Deemo Reborn: ANÁLISIS
31 MAR 2020 15:00
Ha llovido lo suficiente desde aquel ya lejano primer juego en dispositivos móviles como para que Rayark busque diferenciar su producto de la competencia en un terreno con nuevas posibilidades. Y lo mejor de todo es que parecen haberlo conseguido. Disponible para PSVR.
Aventura musical
En exclusiva para el visor de Sony, Deemo Reborn nace como una revisión del juego original, esta vez creando una suerte de aventura gráfica y juego rítmico confiriéndole un carácter único. Tan personal como sus propias melodías y con una jugabilidad potenciada en realidad virtual.
Un viaje hacia la luz
Todo comienza cuando una niña, la pequeña Alice, cae lentamente por una ventana al que parece ser un lugar subterráneo donde habita un enigmático ser oscuro. Deemo, como así se llama, recoge a la niña en su caída y, a pesar de su silencio eterno y tenebrosa apariencia, se convierte en el compañero de la historia.
¿El objetivo? Conseguir que Alice salga de este lugar mediante un árbol mágico que solo crece cuando Deemo toca música en su solemne piano para así trepar por él y llegar hasta la ventana por la que cayó.
Con esta sencilla pero cautivadora premisa comienza este, a priori, juego musical. Al tocar nuevas melodías, el árbol crecerá y también abrirá otras estancias donde conseguir más temas para tocar para progresar en la aventura.
Exploración con cabeza
El fuerte componente narrativo de este Deemo Reborn hace que se sienta como una aventura gráfica donde tocamos música para avanzar, y que a su vez, cuando hemos tocado lo suficiente, debemos seguir investigando. Para sorpresa de todos, esa carga aventurera está increíblemente bien llevada, sintiéndose en todo momento interesante, con puzles fantásticos e incentivando la progresión.
El lugar de residencia de Deemo está dividido en pequeñas salas con diferentes objetos de interacción: libros, cajones, cuadros... Algunos de ellos nos recompensan con objetos que necesitaremos para avanzar en esa u otra estancia, como pudiera ser una llave. Hasta aquí la parte ligera. Es entonces cuando nos encontramos con elaborados puzles que requieren de toda nuestra atención y que para nada esperaríamos encontrar en un juego de esta índole. Y lo mejor de todo es que se sienten completamente naturales. El ritmo pausado del juego, su ambientación esotérica y composiciones musicales de las que ahora hablaremos crean un aura de atracción irresistible.
Cual aventura gráfica, apuntamos con los PS Move, imprescindibles para el modo VR del juego, al lugar donde queremos que Alice se desplace o con qué objetos interactúa. Algunos puzles necesitan gestos o acciones más concretas sin requerir habilidad pero se agradece esa interacción adicional. La cámara, nuestro punto de vista, se sitúa por defecto ofreciendo planos generales de las salas, cambiando de posición al llegar a puntos concretos y ofreciendo, en muchas de ellas la posibilidad de cambiar manualmente desde qué punto queremos ver la acción. Esto nos permite encontrar objetos que antes quedaban ocultos o acercarnos más a alguno de ellos.
El ritmo de juego, su ambientación esotérica y composiciones musicales crean un aura de atracción irresistible
Hora de tocar
Y llega el momento de meternos en la piel de Deemo para tocar canciones. A medida que encontremos las partituras perdidas por el escenario podremos tocarlas para hacer crecer el árbol mágico de la zona central.
Con un PS Move en cada mano y convirtiéndose a su vez en las del propio Deemo, tendremos frente a nosotros un piano etéreo sobre el cual llegan las notas desde el fondo de la pantalla, cual Guitar Hero. Al llegar a la zona del teclado debemos mover el mando hasta la posición en la que caen las notas y agitarlo levemente, sin importar la mano con la que lo hagamos.
En Deemo Reborn encontramos dos tipos de notas: las negras (o blancas) y las doradas. Las negras requieren un movimiento de muñeca simulando la pulsación de las teclas del piano, mientras que las doradas, que siempre vienen en una secuencia, piden arrastrar el mando por ellas siguiendo su estela.
El piano es el instrumento protagonista de los temas, ofreciendo generalmente melodías instrumentales abarcando varios géneros: desde música clásica hasta J-pop pasando algunos temas con componentes más techno. Esto también da pie a composiciones vocales, con algunas memorables,pero no son tan comunes.
Las canciones ofrecen dos modos de dificultad pero no muy bien definidos ni en un orden concreto. Podemos toparnos con una melodía que tiene los grados de dificultad 2 y 8 (van del 1 al 10) mientras que otra tiene los grados 4 y 6. Resulta extraña y confusa esta decisión, porque quizá una canción en la dificultad más fácil ofrecida resulta extremadamente sencilla y sin embargo, en la más difícil nos puede volver locos por la gran agilidad que debemos tener.
Sin duda es una decisión cuestionable sabiendo además que en el modo de juego sin VR se incluyen 3 niveles de dificultad por tema, evitando estos saltos tan abruptos. Un punto interesante es que Deemo Reborn se puede jugar por completo en versión "plana" con Dualshock o en VR con los PSMove, opción para la que está realmente diseñado el juego.
Esto hace también que no haya un percepción real de mejorar puntuaciones, y el sistema de progresión en la aventura tampoco exige nada en este aspecto.
Deemo Reborn es una suerte de aventura gráfica y juego de ritmo con un carácter único
Un lugar de recreo fantástico
Su marcada estética japonesa en personajes, su ambientación entre lo precioso y lo oculto hacen que el mundo del juego se sienta increíblemente cercano. Además, la solidez gráfica que presenta se nota en la nitidez de la imagen, destacando unos personajes que, sin demasiados alardes y gracias a su narrativa, toman un papel importante en toda esta percepción visual.
Las ilustraciones que acompañan a cada una de las partituras endulzan más si cabe este aspecto y representan muy a menudo situaciones entre Deemo y Alice con una estética propia de un cuento infantil. El juego además nos deja con algunas estancias muy aparentes a nivel estético, y a pesar de que también son bonitos los escenarios, cuando tocamos música se antojan escasos.
Las más de 10 horas que se necesitan para acabar la historia principal son solo el principio para desentrañar todos los misterios que ofrece la morada de Deemo. Además, las 60 melodías que incluye el juego son una oferta más que apetecible para relajarse tocando el piano. Desde su lanzamiento ha ido recibiendo nuevos temas gratuitos y diferentes mejoras (como la traducción al castellano). Por si fuera poco, hay un DLC con otros 60 temas disponibles para el que quiera continuar en este maravilloso mundo.
CONCLUSIÓN
Esta versión VR de Deemo apuesta por un juego de naturaleza extraña con una más que interesante parte de exploración y otra más tradicional propia de un juego musical, que además es su ADN. Quizá no sea el mejor juego en ninguno de ambos aspectos, pero la solidez del conjunto, lo fresco de su propuesta y cercano, a la vez que místico, le convierten en un producto que roza la excelencia.
Es cierto que ofrece decisiones cuestionables en cuanto a los niveles de dificultad y que su ritmo de juego no es propicio para todos, ni siquiera para los habituales a los juegos rítmicos. Pero es precisamente esto lo que le hace tan atractivo y recomendable.
Deemo Reborn está pensado a conciencia y funciona como un mecanismo difícil de desmantelar. Su propuesta es tan arriesgada, más viendo sus raíces, que logra cautivar gracias al detalle y cariño que se ha puesto en cada apartado por parte de Rayark.
El juego ha sido analizado en el modo para PSVR. Puede jugarse de forma íntegra sin PSVR con mando Dualshock.
albertopina1
Visores
#1 31 MAR 2020 16:16
Pues parece una joyita, una pena que no esté para PC.