Ironstrike: ANÁLISIS

Del coliseo a las praderas

Nos enfrentamos a una aventura que se presenta como el sucesor de Ironlights, un juego creado por el desarrollador E McNeill, quien ha mantenido la estética y parte de la premisa de este juego de batallas en un coliseo. Ahora, nos lleva a luchar en espacios abiertos con distintas armas y mecánicas roguelike, recordándonos de cierta manera a Until You Fall, aunque conservando las distancias dado el estilo de enemigos y escenografía.

Welcome, champion!

De primeras, encontramos un juego que se basa especialmente en el combate, cuyas mecánicas cuerpo a cuerpo me recordaron mucho en primera instancia a Until You Fall, al igual que algunos detalles en el progreso de su estilo roguelike. Esto se debe especialmente al hecho de un combate fluido, en el que atacar y bloquear resultan esenciales para salir adelante, aunque aquí no habrá pistas sobre dónde bloquear. La experiencia será lo que nos permita evitar ser golpeados, además de que asestar un golpe al arma del contrincante podrá dejarlo sin esta por un breve instante. Ya sabes, la mejor defensa a veces es la ofensiva.

Por otra parte, no todo son espadazos. He de confesar que, si bien el combate cuerpo a cuerpo puede ser el más emocionante y demandante, no es ni de cerca el más estratégico, ya que tenemos a disposición no solo distintas armas como lanzas, espadas con escudo y sables, sino que también podemos optar por arcos, ballestas e incluso varitas mágicas. Cada arma tiene sus particularidades y se usan de forma intuitiva, a excepción de las varitas mágicas, cuyo uso va de la mano con gestos disponibles a realizar según las habilidades que vayamos desbloqueando a lo largo de cada partida.

Dominar las distintas armas puede ser un punto clave al momento de jugar con amigos, haciendo que organizar un equipo variado con distintos tipos de guerreros otorgue una ventaja estratégica. Eso sí, todos irán a la ofensiva, pues no existen habilidades de apoyo como recuperar vida a algún aliado o darle fuerza momentánea, ni tampoco hacia nosotros mismos.

El nombre de esta entrega se asocia a uno de los puntos clave en los combates cuerpo a cuerpo: los ironstrikes, destellos clave en la armadura de nuestro oponente con los cuales podemos hacer daño crítico, haciéndolos aparecer por medio de bloquear efectivamente sus ataques. Y es que, nuestros golpes como tal no hacen daño, sino que reducen la defensa enemiga haciendo aparecer dichos ironstrikes. Estos "puntos débiles" en el enemigo al principio parecen fáciles de alcanzar, sin embargo, hay enemigos realmente ágiles. Además, conforme avancemos en cada partida, todos se irán tornando más rápidos y fuertes, al punto de que buscar dar uno de estos golpes clave puede derivar en descuidar nuestra defensa y recibir daño.

Salvando a los dioses

Nuestra travesía se centra en la reanimación y apoyo de unos dioses zoomorfos encarnados en estatuas, cada uno de los cuales nos brindará información sobre el conflicto entre aquel paraje sagrado en que habitan y las llanuras en que estaremos peleando. Sin embargo, y aunque tuviera la intención de evitar spoilers, la realidad es que poco más tengo que contar. Las estatuas que contienen a estos dioses solo nos darán un contexto básico de lo que buscamos recolectar aventura tras aventura, y a la hora de la verdad vemos que más allá de esos combates, poco hay.

Prestos a lanzarnos a la batalla, seleccionamos nuestra arma y nos situamos en un portal. Acto seguido, aparecemos de forma aleatoria en uno de los mapas en que pelearemos. Vemos una especie de obelisco flotante rodeado por un círculo luminoso en el suelo. Al acercarnos lo suficiente, se hace evidente que el peligro acecha. Una estela naranja aparece en el cielo y hace aparecer un par de enemigos. Ha llegado el momento de pelear por nuestra vida, sin saber con seguridad cuántos vienen por nuestra cabeza, pues habiendo derrotado a este par de armaduras vivientes, pueden aparecer nuevamente otros dos, u otros cuatro, aunque no suelen ser más de cuatro en total.

Si los vencemos, recuperaremos un pequeño porcentaje de vida, de manera que la única manera de curarnos es luchando y ganando, a menos claro, que perdamos más vida de la que obtenemos. Por otra parte, derrocar a los enemigos que aparecen tras cada pilar nos otorgará la posibilidad de escoger entre dos tipos de habilidades para mejorar, con opciones que varían según el tipo de arma que llevemos (y por ende el tipo de guerrero que seamos), pero en general todo se resume a defensa, ofensa y estrategia.

De esta manera iremos enfrentando enemigo tras enemigo, algunos veloces con armas ligeras, otros algo menos ágiles pero con armas pesadas, y magos que podrán pelear cuerpo a cuerpo o lanzarnos orbes de energía, con o sin efectos secundarios. Algunos combates mezclan estos tipos de enemigos y nos mantienen en un vaivén de ataques cercanos o distantes a enfrentar.

Shots de adrenalina en un yermo vacío

Como he comentado, el fuerte de esta aventura es el combate, otorgando una experiencia emocionante en la que cada conjunto de armas dará una partida bastante diferente, llevándonos también a planificar de manera distinta las mejoras que usaremos, pues una mala combinación puede significar una pronta derrota. En este aspecto, el juego es muy gratificante, con momentos que proveen una buena inyección de adrenalina gracias a unas mecánicas de combate lo suficientemente pulidas.

Aún así, hay un gran "pero", y radica en que más allá del combate no hay... nada. Nos desplazamos en un mundo prácticamente vacío, con un bonito cielo y gráficos aceptables en lo poco que hay.

Al terminar un mundo, pasaremos aleatoriamente al siguiente con enemigos más fuertes, una nueva escenografía y la posibilidad de mejorar nuestra arma, luchando hasta terminar toda la ronda de mundos o morir en el intento, llevando a tener que comenzar de cero, habiendo conseguido o no los suficientes puntos para desbloquear el siguiente dios y obtener algo de información sobre este mundo. Sin embargo, se necesitan muchas partidas para poder progresar, y si bien el combate es emocionante, se hace repetitivo al no tener nada más.

Por otra parte, el multijugador no solo da una experiencia complementaria muy buena, sino que parece ser el objetivo de esta aventura. En mi caso, no tenía ningún amigo con el juego, así que, como es costumbre en el gaming moderno, estuve jugando con niños angloparlantes. Sorprendentemente, fueron partidas realmente divertidas, en las que el trabajo en equipo fue clave, especialmente al tener en cuenta que el multijugador lleva a la aparición de más enemigos. De manera que para jugar con amigos, lo veo lo suficientemente recomendable.

Conclusión

Quedamos con la buena sensación que ofrece un combate fluido y lo suficientemente variado, tanto en nuestros enemigos como en el estilo de combate que podemos tener según el arma elegida. Es emocionante y retador, a la vez que el sistema de mejoras resulta balanceado. Aún así, también queda el sabor de exponernos a la base de lo que podría ser un gran juego, si hubiera algo más allá de ir combate tras combate en un mundo vacío. Pero no descartes este título, pues si tienes un grupo de amigos preparados para la aventura, este podría ser un buen reto para colaborar en equipo oleada tras oleada, y como efecto secundario, quedar bien al ayudar a los dioses de un mundo en conflicto.

El juego ha sido analizado con Quest 3.