REZ Infinite - PlayStation VR: ANÁLISIS

Qué es Rez

Lo que nos propone Rez es, ni más ni menos, un shoot-em-up clásico sobre raíles al más puro estilo Space Harrier, After Burner o Panzer Dragoon (juego en el que participaron varios integrantes de United Games Artists). Siendo fiel al género, no falta la posibilidad de evolucionar nuestro personaje, aumentando así nuestro nivel de protección, recolectar items soltados por los enemigos, que nos dotarán de diferentes capacidades destructoras, o derrotar a enormes jefes finales con barras de energía inagotables. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque Rez le da una vuelta de tuerca a todo esto e introduce el sonido como auténtico protagonista sobre el que gira toda la dinámica del juego.

Y es precisamente aquí donde se empiezan a materializar la ideas originales de Mizuguchi. A lo largo de cinco niveles, divididos a su vez en varios subniveles, deberemos recorrer a golpe de música techno las intrincadas tripas de una super-red de computadoras en las que la IA que las gobierna ha decidido desmadrarse, siendo nosotros, por supuesto, los encargados de ponerla en su sitio. Aunque con las imponentes pretensiones sinestésicas que tiene el juego la historia pase a un segundo plano, es cierto que el contexto computacional le sienta muy bien a todo el conjunto. Desde que empecemos nuestro viaje en la primera fase nos daremos cuenta de que estamos inmersos en una auténtica experiencia rítmica. Nuestros disparos tienen el sonido de un teclado y conforme alcanzan a los enemigos se acoplan en perfecta sincronía con la música global de la fase conformando melodías variadas sobre la que sentimos tener control.

El sistema de apuntado nos permite realizar combos más complicados que, por supuesto, nos devolverán paquetes sonoros más ricos, con los que alcanzaremos melodías más complejas. Cada sonido, a su vez, tendrá un impacto sobre el entorno visual que nos rodea, el cual va a vibrar y pulsar al ritmo de la música que nosotros mismos vayamos generando. Por momentos, tendremos la vívida sensación de que todas nuestras acciones tienen un gran impacto sobre lo que nuestros ojos y oídos perciben, proporcionando sensaciones realmente satisfactorias.

Ahora bien, no hay que perder de vista que seguimos estando básicamente delante de un shooter y, si bien es cierto que el impacto de nuestras acciones sobre el audio generado es real, no hace falta tener ningún tipo de conocimiento musical para generar melodías satisfactorias, siendo el propio juego el que se encarga en última instancia de hacer que todo encaje perfectamente. Es altamente recomendable jugar con unos buenos cascos y de pie, dotando así de libertad de movimiento a todo nuestro cuerpo No será difícil entonces sorprendernos a nosotros mismos moviendo brazos y piernas al ritmo de la música aumentando aún más si cabe el grado de inmersión conseguido.

El juego principal consta de 5 niveles que, lamentablemente, no tardaremos más de una hora en superar. A partir de ahí se desbloquean algunos modos especiales (jefes finales, puntuación máxima…) que aumentarán ligeramente la vida del juego. En función de nuestro grado de empatía con la fórmula sensorial propuesta, la rejugabilidad de las fases puede ser relativamente alta. En cualquier caso volvemos a encontrarnos con un juego esencialmente corto.