Yo, yo mismo y los mundos solitarios de las Vision Pro

26 FEB 2024  17:00

knob2001

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Yo, yo mismo y los mundos solitarios de las Vision Pro

Sobre cómo la calidad inmersiva de una tecnología que en breve será accesible a más bolsillos creará edenes solitarios donde conviviremos exclusivamente con nuestra voz interior.

Aquí no hay nadie más que tú

Se estima que nuestra voz interior produce unas 4.000 palabras por minuto. Un diálogo egocéntrico que solo podemos mantener con nosotros mismos y que desarrollamos según vamos entendiendo el mundo que nos rodea. A partir de los cinco a los siete años, nuestros "pensamientos" -reflexiones individuales- afloran desde la consciencia para darle forma a toda esa persona que luego somos. Sin embargo, siguiendo a Sartre, a Freud y aVygotsky, aun siendo una voz egocéntrica escuchada en exclusiva por uno mismo, viene definida por esos otros que nos cruzamos, por esos medios de los que nos fiamos y en general, por las múltiples y múltiples interacciones con el exterior que se producen en el día a día. Se ejerce la alteridad, un término que viene a decir que nosotros, además de quienes elegimos ser, también somos lo que nos hacen ser los demás. En definitiva, aunque nuestra voz interior solo se escuche en nuestra pequeña isla, formamos parte de un archipiélago en constante roce y movimiento. Como las moléculas, somos seres entrópicos porque sufrimos el caos y en buena medida, nuestra vida durante siglos ha ido de entenderlo para reducirlo.

 

Vision Pro es un grandísimo visor de realidad mixta. Su hardware se paga en lingotes de oro y su software, aún en los andamios de lo que podrá ser, aguanta el tipo fantásticamente bien para las propuestas -limitadas- que ofrece. No sabemos con qué capacidad abordará Apple lo virtual por ese renegar psicopático que tiene a seguir al resto de la humanidad hasta que se le impone, aunque es verdad que los valles montañosos y los parajes nevados de sus fondos de pantalla nos dan una pista clara de que con ese hardware, y con un hipotético soporte futuro a OpenXR (no confundir con webXR), muchos harían aplicaciones virtuales maravillosas.

 

Esta semana he pasado mucho tiempo con el visor de Apple. He trabajado con él, he testado y validado propuestas técnicas, incluso he presentado con ellas puestas un proyecto profesional frente a más de 40 personas reales de todas las partes del mundo en la misma habitación. Todas las situaciones intentando mantener el decoro que aquí siempre pregonamos: no dar grima, no dar vergüenza ajena, no ser un peligro ni para ti ni para los demás y nunca, jamás, usar la tecnología como escaparate de (tu) privilegio.

 

Durante esta semana de pruebas, he tenido siempre en mente el estudio de Bailenson et la sobre cómo nos afectará ver la realidad completamente mediada a través de una pantalla (passtrough) a medio plazo y muchos otros estudios relacionados con la percepción del mundo que nos rodea cuando lo vivimos interpretado y aumentado desde lo solitario.

 

Tras varios WOWs y varias decepciones, ocurrió lo más inesperado: el fantasma de Zuckerberg se me apareció como las caras de Bélmez en las paredes de unos retretes... y el tipo me susurró algo con lo que, por primera vez y sin que sirva de precedente, esta semana de Apple Vision Pro me ha hecho coincidir plenamente: el mundo Apple es un edén maravilloso de ultra-calidad y turbo-PPD, pero también es un lugar extraordinariamente solitario. De pronto, en medio de una epifanía seguida de un repelús, entendí la obsesión enfermiza de Meta por presentar la XR como un entorno compatible con otros. De ser más que uno mismo.

 

La voz interior que tenemos casi todos (hay un 10% de gente que no la tiene... y solo tú sabrás si eres uno de ellos), es intransferible y, a menos que andes por ahí hablando en voz en alta contigo mismo, también es privada. Vivimos encerrados en nuestra mente junto a todos nuestros pensamientos. Y por ese exceso de autoconsciencia, estamos forzados a buscar al otro. Algunos lo harán para validar sus ideas, para reforzar sus presunciones, para armar mejor sus prejuicios o para buscar el calor constructivo -o destructivo- del roce. El ser humano necesita compartir, en mayor o menor medida, su pensamiento cosmológico para que este se formalice en su interior. Recuerda: tú eres lo que haces con lo que otros hicieron de ti. Dicho de otro modo: sin nadie alrededor, tú serías muchísimo menos de lo que eres.

 

Al menos en tres ocasiones he dado por "dado" que ese asset que había colocado minutos antes en una esquina de la habitación era un objeto real y no uno "hecho". He llegado a sacar el teléfono móvil con la intención de realizar una fotografía a las ventanas de aplicaciones que flotaban ante mí para enviárselas a un amigo. He señalado cosas que no existían en ese mundo real de los otros para preguntarles a ellos su opinión por algo que nunca serían capaces de ver. Quiero pensar que aun teniendo ya cierta edad, sigo en plena consciencia de mis actos, y que esos deslices mentales se han producido por algo que nunca antes me había sucedido con ningún visor anterior. Había asimilado que a la mayor gloria de David Chalmers, aquello frente a mí era completamente sintético, pero a la vez real.

 

La calidad del passthrough, de las lentes y de los paneles de Vision Pro propicia que la AR -la tan denostada experiencia con el móvil o una tablet para ver objetos digitales danzando por el mundo real- sea por fin posible en un visor que cuelga de tu cabeza. Es un cambio de posición sutil, pero disponer de las manos libres y la pantalla pegada a la cara, le da la vuelta a muchos escenarios. Sí, Meta y Pico también pueden hacerlo y lo han hecho mucho antes. Varjo XR4 también. Sin embargo, Meta y Pico lo hacen en un entorno de "baja" resolución en comparación, tiznado de aberraciones variadas y fricciones que hacen que nunca te tragues del todo que ese mundo existe más allá del visor. Muy normal porque la tecnología que usa Apple y Varjo vale un riñón y si Abrash y compañía pudieran meter 3800 € en unas Quest, harían algo -como mínimo- igual a los de Apple.

 

Esa calidad de las Vision Pro (que también se presupone en Varjo) es el detonante de toda una suerte de desgracias mentales. Un passtrough muy bueno (sigue siendo pantalla y se nota), con un procesador muy bueno, con sensores muy buenos y unas lentes muy buenas (al FOV te acostumbras, al glare... menos), manda el móvil AR al carajo y es ahí cuando empiezas a entender que la MR es ese AR que todos teníamos en mente desde hace una década al menos.

 

Sin embargo, mientras revives vídeos grabados en Spatial (un estéreo de toda la vida, pero con los bordes "gaseosos" que hacen que todo parezca un sueño mezclado con la vida real… y de verdad que esa tontería da el pego), mientras posicionas assets en USDZ por doquier (el formato tridimensional que se traga Apple por defecto) o juegas al chorri-juego casual que lleva más de quince años dando la matraca en un pseudo-3D, te das cuenta de que ninguna de ellas formará parte de un imaginario colectivo y quedará encerrado en un entorno privado. Ni mi mujer, ni mi hijo, ni mis compañeros de trabajo, nadie que tuviera a mi alrededor, podrá -de momento- compartir ese mundo aumentado del que yo disfruto. Ellos estaban allí, sentados junto a mí, pero yo no estaba allí con ellos. Y es extraño porque aún sabiendo que no es real, el hardware le pide a mi cerebro que se adapte y él lo convierte en real. Ahí está el verdadero lío.

 

Es más. En el centro del triángulo de las Bermudas que se crea en tu cerebro, entendí perfectamente a los participantes del experimento de Bailenson: a los humanos reales les veía a través del passthrough como si fueran extras en mi mundo, assets invitados a una realidad compleja en la que lo digital se veía tan bien, con más definición que lo real, que hacían desmerecer al verdadero mundo real (y sus habitantes).

 

Creo que todo esto solamente ocurre cuando alcanzamos cierta calidad de visionado. Y creo que en Meta Reality Labs, Zuckerberg incluido, han llegado a la misma conclusión después de probar cacharros carísimos y potentísimos que harían tirar el Vision Pro a la papelera. Ni Quest 3 ni Varjo Aero ni Pimax Crystal han nacido como un visor AR (MR). Ni sus interacciones, ni su UX, ni su alma, ni su negocio. Tampoco su passthrough. La apuesta de Vision Pro es extraña y muy distinta. No hay poses de manos, no hay cosas que agarrar, no hay interacciones complicadas y mucho menos lugares donde perderse. Está todo al alcance de la mano, muy cerca, como lo es la realidad más inmediata a nosotros.

 

Por eso creo que cuando Quest 4, cuando Pico, cuando cualquier otro fabricante se vuelque en la MR de verdad, empezaremos a darnos cuenta de que esos mundos MR son -a no ser que alguien pretenda cambiarlo- edenes orgásmicos de experiencias tan solitarias como lo son las palabras que utiliza nuestra voz interior.

 

Estoy deseando ver el siguiente nivel a Apple: la realidad mediada, Mixta, pero sincronizada. (MRS) Al menos, con un mínimo común de los elementos necesarios para llamarla Realidad Compartida. Entonces sí, todos estos avances tecnológicos habrán servido para algo más que envolver con un celofán digital de ultra-alta-resolución a esa voz que nos habla desde el fondo de nuestra mente.