OVRDARK A Do Not Open Story - ANÁLISIS

No te muevas, no respires o corre

Si el refrán dice que lo bueno se hace esperar, este OVRDARK lo cumple a la perfección. A la secuela en VR de A Do Not Open Story se le ha resistido estrenarse en PlayStation VR2, pero ya la tenemos aquí (la versión PC VR llegará a Steam más adelante, aunque se puede probar ya su demo).

El primer juego VR de NoxNoctis Games no es ni original ni perfecto, pero sí una propuesta muy recomendable para los amantes de los juegos de terror ambientados en una mansión misteriosa y laberíntica llena de puertas cerradas que necesitan una llave o resolver puzles para ser abiertas. Y, si de vez en cuando, nos encontramos en sus habitaciones o pasillos a nuestro "amigo" Mike con instintos homicidas, se cumple con lo prometido: divertirse pasándolo mal y sufriendo sustos.

Muchos juegos se nos vienen a la cabeza al enfrentarnos a este, desde el primer Resident Evil hasta la parte del castillo del RE Village, añadiendo unas gotas de Alien: Isolation (un único monstruo a evitar) y cualquier escape room que se os venga a la cabeza. Originalidad, cero. Buen hacer, mucho.

Sobre el argumento o giros de la historia no quiero contar nada, solo decir que no hace falta para nada conocer qué paso en A Do Not Open Story (título no VR). Si lo habéis jugado, mejor. Si no, no pasa nada, no hace falta ni un resumen, el guion de esta aventura es independiente, autónomo. Y antes de pasar a los aspectos técnicos, señalar que la duración de OVRDARK es tirando a escasa, la visita a esta mansión nos llevará unas 3 horas (más si nos atascamos en algún puzle, queremos encontrar todos los coleccionables o completar logros).

Gráficos y sonido

Lo mejor de OVRDARK: A Do Not Open Story es toda la parte audiovisual, con matices. Gráficamente, impresiona en PSVR2, con alguna textura que quizá no carga a tiempo puntualmente, cierta tosquedad en diseño y animaciones de los personajes humanos o algunos objetos modelados con descuido (bolas de billar). Las manos flotantes del protagonista, eso sí, son un poco feas. La mayor parte del tiempo casi sentimos que estamos en el castillo de Lady Dimitrescu por el lujo y los detalles que encontramos en las estancias de la mansión que nos toca explorar. La cantidad de cuadros reales y distintos de pintores clásicos que adornan las paredes nos ahorra la visita al Museo del Prado.

En la parte de audio la primera buena noticia es que nos llega con voces en español. No es un juego con muchos diálogos, pero no tener que leer subtítulos en realidad virtual se agradece. Si a eso le sumamos una ambientación sonora de calidad impulsada por el motor FMOD y la integración con las respuestas hápticas de los mandos Sense y la vibración del propio casco de VR, la sensación inmersiva es total, y la de miedo.

Al entrar en una habitación nunca nos sentiremos cómodos, siempre habrá un crujido de madera, un ruido de pasos al otro lado de la pared, oiremos una puerta que se cierra en algún lugar de la casa, y claro, de vez en cuando, nos llevaremos un gran susto auditivo. No se abusa de los "jump scares" sonoros ni visuales en el juego, pero haberlos, los hay. Como defecto a la parte sonora, quizá un cierto abuso de este tipo de estímulos. Y para bien, o para mal, ausencia de música.

Mecánicas VR

Si el apartado anterior puntuaba de notable alto, este le baja la media. Lo primero, por la falta de ajustes. Podemos escoger entre giro suave y por grados, y poco más. No parece haber mucha diferencia entre jugarlo sentado o de pie, pero no hay posibilidad de calibrar altura, y me hubiera gustado poder ajustar el cinturón virtual desde donde dejamos y cogemos la linterna, por ejemplo.

Hay colisiones con casi todo, aunque no siempre realistas, y parecen un tanto aleatorias. Podemos mover ciertos objetos, coger candelabros o pequeñas esculturas, y sentirlas sólidas. Y, sin embargo, hay peluches que están pegados a la superficie donde están colocados. Sucede, también, en algunas ocasiones, que al acercarse a una pared o columna no lleguemos a tocarlas, como si tuviesen un escudo invisible protector.

Lo menos conseguido es la interacción con objetos. Funciona, pero las poses de manos suelen ser extrañas, no muy naturales. Tampoco me ha gustado mucho que algunas cosas (llave, fusibles) haya que cogerlas y meterlas en el inventario (se despliega mediante un botón), mientras que otras desaparezcan una vez usadas (libros, palancas que bloquean puertas).

No vamos a frustrarnos mucho por fallos en este tipo de mecánicas, pero queda feo que se hayan cuidado ciertas cosas sí (mover un barril pesado, requiere usar las dos manos) y otras no tanto (quitar pestillos, girar llaves). Afortunadamente, las puertas se abren empujándolas, no hay que pelearse con el picaporte ni hay tiempos de carga al pasar de una habitación a otra.

Rompecabezas y sigilo

La jugabilidad de esta aventura se basa en la exploración de la mansión y la resolución de puzles, de los que ya hemos visto cientos iguales en otros juegos: localizar objetos (fusible, llave, palanca), colocar estatuas en puntos del suelo para que su peso active un mecanismo, completar figuras a las que les falta algo. Ninguno es demasiado difícil, nada está muy escondido, pero claro, ahí está Mike para complicarlo todo.

Hemos entrado en esta casa en busca de nuestro amigo y compañero Mike Goren, y rezarás por no encontrártelo, porque esas humedades o moho que hay en algunas paredes (y que a nosotros nos matan si las respiramos), parecen haberlo convertido en un monstruo asesino. Si no ve, irá a por nosotros y no tendremos armas para defendernos.

No nos va a seguir por la casa como Alien, sino que lo encontraremos normalmente en puntos fijos, casualmente, en aquellas habitaciones en las que hay un objeto que necesitamos. Básicamente, tenemos tres maneras de librarnos de su presencia o su ataque: huir a todo correr (muy útil haber localizado bebidas energéticas que aumentan nuestra resistencia), quedarnos absolutamente quietos (no mover ni cabeza ni manos) o atravesar la estancia tan despacio como sea posible sin hacer ningún movimiento brusco.

Esta parte de sigilo tiene un aspecto bueno, la manera de saber si Mike nos ha detectado se transmite mediante vibraciones hápticas, y otro regular, que nos va a costar identificar con ese método hasta qué punto nos ha visto y va a ir a por nosotros. Que atravesar una habitación nos cueste 10 intentos puede llegar a desesperar, aunque esto es algo que dependerá de cada jugador y particular resistencia a la frustración. Al morir, retrocederemos a puntos de guardado, así que si veis grabadoras/radios con una cinta de casete, ya sabéis qué es lo que tenéis que hacer. 

Háptica de visor y mandos

Destaco este punto porque OVRDARK hace un uso de las capacidades hápticas de los mandos y del visor en un grado que no había experimentado nunca antes con tanta intensidad, sin estar seguro al 100 por 100 de que lo haga del todo bien. Frente a juegos que se olvidan de esta característica, aquí más de uno va a acabar con dolor de cabeza, o artritis en las manos, de lo mucho y fuerte que vibran los controladores y PSVR2. ¿Estoy exagerando? Bueno, sí, pero cuando os subáis en el montacargas quizá no tanto.

Conclusión

Estamos ante un juego más que recomendable para los amantes del género del terror en realidad virtual, aunque lastrado por su falta de originalidad, unas mecánicas VR mejorables, sustos que a veces son más ridículos que escalofriantes o su corta duración. Pese a estos defectos, estamos ante una experiencia no apta para todos los públicos y que nos va a hacer sufrir en el mejor de los sentidos.

Análisis realizado con PlayStation VR2.