StarDrone: ANÁLISIS
15 MAR 2018 19:30
El puzzle galáctico de BeatShapers vuelve a la carga en formato virtual. Preparaos para pasar un buen rato y surcar laberínticos niveles espaciales con nuestro dron interestelar. Disponible para PSVR.
StarDrone
Beatshapers rescata su serie StarDrone para ofrecernos en esta ocasión una versión adaptada a la realidad virtual. Es posible que a algunos, el nombre del título os resulte familiar, y es que este juego contó con una versión para PS3 en 2011 y otra para PS Vita en 2012. La mecánica de esta nueva iteración en RV es idéntica a la de los anteriores, casi demasiado, por lo que el principal aliciente se centra en ver cómo se han adaptado sus dinámicas al nuevo entorno y el modo en que se han sabido aprovechar las bondades del HMD de Sony. StarDrone es uno de esos juegos que explotan una mecánica sencilla pero efectiva, equilibrada en jugabilidad y que nos incita a jugar una y otra vez.
StarDrone VR ofrece un planteamiento totalmente continuista respecto a sus versiones anteriores, sin ninguna novedad significativa en cuanto jugabilidad se refiere. Lógicamente el uso de un HMD conlleva el consabido aumento de inmersión, sin embargo en esta ocasión, ya adelantamos que se echa en falta un poquito más de adaptación o esfuerzo en aprovechar las posibilidades del formato VR.
Para los que no conozcan este juego, StarDrone nos propone una mezcla entre pinball galáctico, Arkanoid y Marble Madness. Los escenarios consisten en una laberíntica estructura bidimensional flotante en el espacio, en la que habrá repartidas un número elevado de estrellas que deberemos recolectar, piezas especiales y por supuesto, obstáculos y enemigos varios que nos pondrán las cosas difíciles.
Nuestro objetivo será dirigir una especie de cápsula que se desplaza simplemente por la inercia adquirida a través de cada una de esas intrincadas estructuras. Para impulsarla y orientarla utilizaremos unos tornos o rodillos repartidos por el escenario a los que la cápsula se “enganchará”, aumentando así su velocidad tangencial. Dependiendo del tiempo que mantengamos la cápsula orbitando alrededor del torno, le conferiremos una velocidad y trayectoria concreta que nos permitirá moverla en la dirección deseada.
A partir de aquí encontraremos básicamente cuatro tipos de retos a lo largo del juego. Por un lado encontramos fases en las que debemos iluminar todas las estrellas presentes en el nivel. Con tocarlas es suficiente, pero deberemos tener una mínima estrategia a la hora de movernos si no queremos acabar rebuscando por todos los rincones la dichosa estrella que nos falta. El segundo tipo de reto consiste en recolectar una serie de piezas especiales a modo de puzzle. Suelen estar repartidas por rincones singulares de difícil acceso, por lo que deberemos esforzarnos en el guiado de la cápsula si queremos llegar a todas. Para acabar, tenemos un modo en el que deberemos guiar la nave hasta una línea de meta y otro en el que deberemos acabar con todos los enemigos presentes.
A pesar de que los retos planteados son correctos, da la sensación de que se podría haber implementado algún otro un poquito más original. Conforme se va avanzando a lo largo de los 60 niveles que trae el juego, se vuelven demasiado similares echándose en falta un poco más de variedad. Intercalar alguna fase de bonus o alguna más distendida, no le hubiera venido nada mal. Cada nivel dura aproximadamente unos 2-3 minutos y aunque la curva de dificultad es creciente, nunca llega a ser exagerada, quizá satura demasiado pronto, pudiéndose completar el juego en unas 3-4 horas.
Todo el juego se controla con el DS4, al principio nos costará un poquito coger el punto al control de la nave, pero pronto ganaremos en seguridad y seremos capaces de gestionar mucho más rápidamente todos y cada uno de los elementos presentes en los escenarios. Hay que reconocerle al título ese añejo aroma a los clásicos arcades en los que un planteamiento sencillo de entender, pero difícil de dominar, te incita a seguir intentándolo una y otra vez.
Sorprende que al finalizar el juego no se nos premie con ningún modo extra que suponga un aliciente para, aunque sea mínimamente, darle una nueva vuelta. Teniendo en cuenta que cada nivel está cronometrado, no hubiera costado nada implementar un modo time attack con límites temporales por nivel. Por otro lado las tablas de HighScores, que pudieran suponer un reto o pique adicional, no han pasado de su estado de “Loading…” durante todo el análisis. Ciertamente la rejugabilidad de este título es baja y no conseguimos encontrar demasiadas razones para volver a darle una nueva pasada una vez finalizado.
Más allá de los aspectos jugables, heredados directamente de versiones anteriores, hay que decir que la adaptación de StarDrone al entorno virtual es más bien floja. Los escenarios se nos presentan en un perfecto formato bidimensional, que más que otra cosa, nos hará creer que tenemos un gigantesco modo cine delante de nosotros. Alguna que otra brizna de polvo cósmico que saldrá disparada hacia nosotros no pasará de ser algo meramente anecdótico que dista mucho de las expectativas tridimensionales que pudiéramos tener. Efectivamente formamos parte del entorno del nivel pero no se saca ningún partido a este hecho. Ni siquiera la posibilidad de mirar en la dirección que queramos nos ayuda demasiado a anticipar acontecimientos a lo largo de la fase, debido a una posición de la cámara demasiado cercana.
Parece incomprensible que no se haya implementado la posibilidad de navegar por la fase, al principio de esta, para hacernos una idea de lo que nos espera o definir algún tipo de estrategia. Incluso la posición de la cámara es mejorable cuando nuestra cápsula se mueve muy rápido, dándonos la sensación de que estamos siempre un poco por detrás de la posición óptima. Si a esto sumamos un menú de selección de fase incómodo de explorar mediante el sistema de apuntar con la mirada, la sensación final es que la gente de BeatShapers ha hecho unos esfuerzos más bien justitos en la adaptación de su título al formato virtual.
CONCLUSIÓN
Los que ya conozcan este juego o lo hayan disfrutado en el pasado encontrarán, para bien o par mal, más de lo mismo. El planteamiento es demasiado continuista y parece más un port a RV que un juego pensado para el nuevo formato. Los que se aproximen por primera vez a este título, encontrarán un arcade divertido, sin mucho fondo ni rejugabilidad, pero con una dinámica sólida y divertida. Aunque 60 fases dan para un buen rato, se echa en falta algún modo de juego más, que aumente un poquito la vida de este título.
Lo que sí que queda claro es que no se ha aprovechado el formato VR para avanzar hacia ningún lado. Más allá de estar dentro del nivel, todo discurre en formato 2D delante de nosotros y la experiencia jugable es idéntica a la que pudiéramos disfrutar en formato monitor. El juego se percibe como una conversión directa del juego clásico sin existir ningún tipo de mimo o implementación específica para el formato virtual.
Sr_Ton
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#1 15 MAR 2018 22:42
Muchas gracias por el análisis! Este por ahora lo vamos a dejar...
gopozgon
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#2 » Respuesta a Sr_Ton #1 16 MAR 2018 7:34
Gracias Henry!. Si, por ahora lo vamos a dejar, mientras haya que pagar por el :)
No se termina de entender del todo estas adaptaciones sin más para jugar con las gafas pero que el formato no aporta nada.
No me disgustan los juegos como este, pero si no aporta nada a la VR, prefiero jugarlo en plano.