El Hype como una escala

La ilusión virtual

Hay una manera de estudiar el desarrollo de la personalidad adulta como el sumatorio constante de todas las expectativas satisfechas menos todas las expectativas insatisfechas. Un equilibrio de frustraciones y aciertos que no solo va forjando nuestra personalidad, sino que además, condiciona directamente las decisiones que vamos tomando en el día a día.

Justo ahí, en el epicentro de la satisfacción, vive un anhelo cargado de esperanza cuyo fin último es saldar un deseo. Un sentimiento que algunos filósofos y psicólogos dicen que nace de la derrota en esa parcela social y común (no me dejan hacer = no me dejan ser) y que transferimos a la victoria de lo privado y personal (puedo tenerlo = puedo ser).

La ilusión -el verdadero combustible de nuestros días (físicos o virtuales)-, se construye sobre un futuro incierto pero siempre prometedor, un futuro mejor que el presente porque si el futuro que nos vendieran fuera peor que lo que tenemos, nadie se arriesgaría a visitarlo. La ilusión hoy es el marketing y sus promesas enfocadas en un mañana que muy pocas veces llega a materializarse tal y como decía el anuncio o el folleto de turno. La ilusión es, también, el famoso Hype importando de una cultura como la americana que deambula de sueño en sueño mientras se va pudriendo su presente encerrados en una Matrix que no tenía nada que ver ni con Neo ni con señores Smith, sino con matrices BCG, productos perro, ROI y mil teorías de aquella publicidad asertiva sutilmente subliminal de la cual nos advirtió Klein en No Logo veinte años antes.

La tecnología, por su carga de futuro y su componente individual, vive en el paradigma de la ilusión. Pocas cosas alimentan tanto el hype del usuario como intuir que el siguiente modelo de lo que sea que tenga entre sus manos satisfará sus expectativas como nunca jamás, cumpliendo -además- esa función de auto-afirmación placentera en medio del desengaño continuado en el que se ha convertido la vida en general plagada de límites, de noes (como diría Luis Montero) y de violencias sistémicas. Quiero y puedo, parecemos decir, o lo que es lo mismo, ande yo caliente con mi ilusión por el próximo iPhone 14 (el hype solo vive en la previa) y ríase la gente (mientras el mundo se sume en el caos).

El Hype es tan irracional como poderoso su leitmotiv. Por mucho que los adultos asimilemos conceptos abstractos y aprendamos que todos nuestros actos desembocan en consecuencias, cuando caemos en su radio de influencia tiramos de la cadena en nuestro inodoro mental y abrazamos la ilusión tecnológica igual que si bebiéramos Soma en jarras de sangría. Porque nos merecemos el capricho y nuestra elección la defenderemos con la vida. Hasta el último asceta en medio del desierto más remoto podría caer en el Hype extremo si el marketing así se lo propusiera. Es el mundo, la sociedad, todo conjurando contra nuestra razón crítica para que vivamos de cara al futuro y no en el ahora. La eterna promesa. Y spoiler: siempre ganan ellos.

Johannes klingebiel (media lab Bayern) es un estudioso del Hype que lleva tiempo reflexionando sobre nuestro comportamiento cuando nos emborrachamos de ilusión. Y como todos vosotros sabéis, en Real o Virtual somos muy de hacer esos ejercicios de introspección tan necesarios para intentar escapar del Hype y ver la cosas desde un plano algo más alejado y crítico. Por esa razón, nos parece muy relevante la propuesta de Klingebiel de categorizar el Hype desde un punto de vista de escala y más aún, llevarlo a nuestro terreno, los metaversos, los mundos alternativos, virtuales, aumentados, mezclados y batidos.

Las 5 Zonas del Hype virtual.

Nivel 1. El reclamo de marketing

Es la zona habitual y base común de la mayoría del marketing virtual. Es el mensaje a corto plazo. Cualquier visor virtual, cualquier juego actual, suele encajar en este nivel. El producto se consumirá inmediatamente y por ello, el marketing solo puede sobrevalorarlo con cierta mesura no vaya a pasarse de frenada. Meta Cambria, HP Reverb G2 Ver2. Todo Pimax. Los juegos de Ubisoft (Splinter Cell y Assassin's Creed). Es la zona del no te vengas arriba que el producto saldrá muy pronto y la gente se cabreará bastante si no cumples los mínimos ofertados. El Hype más común que lleva a frustraciones pasajeras porque siempre habrá otro que venga a sustituirlo.

Nivel 2. Reclamos exagerados

Una de las zonas más pantanosas para el usuario medio. Aunque su marketing tiene en cuenta la tecnología actual, el producto se sobrevalora exageradamente haciendo hincapié en el valor de un futuro que llegará en algún momento a medio plazo. El passthrough de los visores, por ejemplo. Trabajar dentro del visor. Es el nivel del "esto que ves ahora es muy básico, pero dentro de unos meses/años vas a flipar, ya verás". Hype sobredimensionado con un retorno muy diluido.

Nivel 3. El Futuro Utópico.

Aquí el marketing pierde completamente el sentido del decoro, abandona la realidad y se emplaza a un futuro concreto vendiéndole al usuario eso que llegará a ser. En este nivel nunca te dirán exactamente cuándo ocurrirá (solo que ocurrirá) y siempre se evitará mostrar lo que esa misma tecnología puede hacer a día de hoy. Suele ser la zona natural de la Realidad Aumentada, una realidad desbordada de casos de usos conceptuales y sin validar, vídeos promocionales y una promesa de capacidades que se saltan sistemáticamente los límites de la técnica (o incluso las mismas leyes de la termodinámica). Hype en estado puro y con cero retorno inmediato.

Nivel 4. El pensamiento mágico.

Comienza la excursión por la zona donde el marketing se pasa el código deontológico por el forro. Es el lugar allí donde se asignan propiedades mágicas a la tecnologías y donde todo parece ser posible, por muy loco que parezca. Aquí viven las respuestas tecnológicas que cambiarán el mundo y sus virtudes se podrían aplicar a casi cualquier cosa. Sus problemas técnicos se solucionarán solo por el hecho de creer que lo harán. El Blockchain, por ejemplo, suele rondar por los pasillos de este nivel.

Según el marketing mágico actual, todo el futuro del ser humano dependerá de esta tecnología descentralizada. La inteligencia artificial suele ser otro habitante fijo en esta zona. Y el Metaverso, el gran metaverso, pasta a sus anchas por sus llanuras. Con un futuro a larguísimo plazo, estas tecnologías inmersivas se filtrarán por todos los órdenes de nuestra vida. ¿Que no hay potencia suficiente para desplegarlo? ¿Que los visores virtuales/aumentados son muy grandes? ¿Que no hay feedback de cuerpo completo? ¿Que necesita de validación en el mundo real? No hay problema. Ya se arreglará (pero nunca nos dirán cómo). Es el marketing desbocado hacia un usuario ya convencido (u obligado empresarialmente a estar convencido). El Hype con mayúsculas, el imposible para los que saben un poco del tema pero el que crea adicción entre los oportunistas y el que le soluciona el día a cualquier redactor de cualquier medio. Retorno real a corto plazo: cero absoluto.

Nivel 5. La Otroridad.

Quienes se encuentran en este estado de Hype desquiciado viven en una utopía individual completa. Para ellos, los críticos de la tecnología en la que ellos creen -a pie juntillas y sin fisuras- se quedarán atrás en la carrera de la evolución. Es el Hype más agresivo y molesto. En este estado de "otroridad" conviven, por ejemplo, las criptomonedas: o tienes bitcoins o serás un pobre desgraciado. O compras un NFTs o serás un paria en una tierra de eruditos e iluminados. Es la corriente de quienes se suben al carro más virulento del Metaverso. Sus integrantes no saben cómo puedes vivir sin su Hype y harán todo lo que esté en su mano para dejártelo claro, aunque para eso tengan que gritártelo a la cara. Zona nivel secta. Retorno imposible. Huye mientras puedas, insensato.