Robot Wars, el experimento de escala de habitación para Gear VR

28 FEB 2017  10:00

Redacción

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Hemos tenido ocasión de probar esta experiencia con posicionamiento absoluto para realidad virtual móvil que nos permite ser un robot gigante, aunque parece que no termina de ir del todo fina.

Robot Wars es una experiencia multijugador para Gear VR, desarrollada por un equipo externo a Samsung, que ofrece un experimento de escala de habitación para un dispositivo que de por sí no cuenta con posicionamiento absoluto. Las reglas del juego son fáciles: somos un robot gigante en una ciudad y debemos derrotar a nuestro adversario, controlado por otra persona, a base de tirarle edificios que encontraremos repartidos por nuestro espacio. Para recoger los edificios habrá que agacharse y utilizar las dos manos, luego levantarlas hacia arriba sobre nuestra cabeza y llevarlas atrás para lanzar los edificios al oponente, que podrá verlos venir y tratar de esquivarlos. También podremos ganar puntos pisando los coches que encontremos por el suelo.

 

 

Antes de empezar la partida hay que colocarse el equipo necesario, formado por unas cubiertas para nuestros zapatos, unos guantes y, por supuesto, un Gear VR más auriculares. Todos ellos cuentan con una serie de sensores con forma de bolas blancas que sobresalen varios centímetros de las superficies. Estos sensores, junto con los 10 OptiTrack que había repartidos cinco a cada lado, son los encargados de lograr el posicionamiento absoluto.

 

 

Llega el momento de la verdad, nos encontramos preparados para la ocasión y empieza la partida, pero como suele ser común en algo así, lo primero que hacemos es fijarnos precisamente en cómo funciona este posicionamiento absoluto en vez de en la experiencia en sí. Lo primero que salta a la vista es que no es del todo preciso en los movimientos, ya que si movemos los brazos lentamente notaremos pequeños saltos en el desplazamiento. Tampoco parece ser muy efectiva la cobertura de los sensores, puesto que al intentar coger edificios de la esquina prácticamente no funcionaba, de hecho ya costaba coger los que teníamos delante, aunque también es cierto que podría ser debido a la programación del juego.

 

 

La experiencia con los pies era similar a las manos, aunque en este caso daba la sensación de que, en vez de ser el robot, fuéramos un piloto que va en su interior, y el gran robot tardara un poco en reaccionar a nuestros movimientos, al más puro estilo Pacific Rim. Aunque esto sobre todo se debía a la latencia en las acciones del juego en sí, no tanto en los movimientos sino en los resultados que provocaban en el juego. Lo que hacía que al recoger el edificio tardará un poco en reaccionar, o al pisar un coche al poco saliera la puntuación de haberlo hecho explotar.

 

Hay que recalcar que se trata de un experimento, como bien nos dejaron claro los desarrolladores que estaban allí presentes, quienes nos confirmaron que se utilizan los mismos sensores que Mark Zuckerberg mostraba en su visita al laboratorio de investigación de Oculus. Unos sensores nada baratos, que seguro pueden dar mucho más de sí. Uno espera siempre lo mejor del posicionamiento, en el cual intervienen muchos factores como el mismo teléfono o incluso el software utilizado, por lo que esas carencias podrían no tener nada que ver con los sensores, y hay que quedarse con lo positivo que es que estén experimentando con esta tecnología.

 

Ahora bien, la experiencia se puede disfrutar totalmente y tiene el punto a favor de la inmersión que añade la escala de habitación y no tener cables, algo a lo que no estamos acostumbrados los usuarios de PC. El juego en sí resulta divertido para un momento, y es que eso es lo que busca, que los visitantes pasen un buen rato lanzándose edificios unos a otros para ver quién logra más puntos.