Waltz of the Wizard - ANÁLISIS PSVR2

La morada del mago

La historia de Waltz of the Wizard se prolonga varios años, desde aquella primera versión donde, sin un objetivo claro trasteábamos con decenas de objetos en el torreón de un mago. Aquella vieja estancia ha ido creciendo a base de actualizaciones hasta ofrecer lo que ahora tenemos entre manos, un producto con más posibilidades aunque sin tener definida todavía la finalidad del mismo.

Sin muchas presentaciones aparecemos frente a una mesa con un caldero mágico. Eso, además de lo que parecen ser ingredientes para introducirlos en él y otros muchos objetos interactivos. Y a poco que comenzamos a jugar con ellos nos damos cuenta de que Waltz of the Wizard es precisamente un título para jugar con lo que ofrece la realidad virtual, para experimentar. Algo que sin duda agradará a los más noveles en la tecnología.

Combinando tres ingredientes en diferente orden desbloqueamos hechizos que sirven únicamente para jugar con lo que tenemos frente a nosotros. Poderes anti gravitatorios, bolas de fuego o dibujar en el aire son algunos de ellos, siempre pensados en buscar la interacción del jugador con el entorno. Por esto el resto de objetos ofrecen otras mecánicas e incluso minijuegos con una ballesta para disparar a una secuencia de dianas o una espada láser con la que partir manzanas.

Jugueteando es como encontramos también un mural de stickers que no dejan de ser recompensas por, precisamente, probar cosas varias con todo lo que se encuentra en la estancia. Un cajón de sastre muy habitual en los primeros años de la realidad virtual y una de aquellas famosas "experiencias" que servían de manera estupenda como puerta de entrada a un nuevo mundo jugable. La pregunta es... ¿qué ofrece para los más veteranos del lugar?

Un mundo de posibilidades

Más allá del remozado lavado de cara con nueva iluminación y detalle (aunque con modelados y texturas algo básicos) esta vez salimos del torreón tras cumplir tres objetivos (trastear un poco con lo hablado) y pasar a una siguiente zona donde la voz manda. Un anillo mágico nos permite mediante comandos de voz crear objetos o hacer flotar otros, de nuevo convirtiéndonos entre gestos de nuestro brazo y comandos de voz, en auténticos brujos.

Una buena cantidad de órdenes que, como todo en el título, no tienen mucha utilidad en el desarrollo. Si por algún casual no queremos utilizar el micro para hablar, y preferimos acciones más tradicionales, no es posible una vez comenzado una partida. Toca comenzar desde el principio, algo que a todas luces puede entorpecer la experiencia de más de uno. Una que podría ser mejor si se incluyeran subtítulos de algún tipo ya que el juego está completamente en inglés (algún texto a modo tutorial sí que vemos).

Los poderes gestuales son un buen añadido pero no se les saca partido.

Y aunque de modo algo desequilibrado y mecánico también tenemos una parte final donde hay hueco para la acción, presentando una mazmorra donde sacar partido de esos hechizos y derrotar a varios golems de piedra con otros más gestuales (sin la fluidez de Synapse). Esta parte además se ve beneficiada por el juego asimétrico donde otro jugador puede echarnos un cable a través del televisor lanzando bolas de fuego y moviendo objetos, resultando de más utilidad que en el resto de la aventura.

Se nota en exceso que Waltz of the Wizard ha ido ampliando su oferta por fases, penalizando el resultado final en lo que no deja de ser una experiencia variada sin mayor reto que descubrir todos sus pequeños gimmicks. Y es una lástima porque la gran cantidad de quehaceres podrían dar mucho que hablar en una aventura con objetivos, secundarias y en resumen, premiando o incentivando al jugador por dejarse llevar al probar todo lo que puede ofrecer más allá de completar un tablón de stickers.

Otro jugador puede echarnos un cable a través del televisor lanzando bolas de fuego y moviendo objetos en las mazmorras finales

La nitidez de imagen es buena, los mandos responden bien (a excepción de esos poderes con gestos) y aunque no saque mucho partido de los hápticos hay cosas interesantes en la vibración (cuando metemos las manos sobre el agua del caldero) que podría utilizarse en muchos más casos. Incluso el seguimiento ocular se utiliza para resaltar los stickers en la colección pero, de nuevo, no deja de ser una curiosidad sin trascendencia. Algo que puede resumir bien el alcance de este aprendiz de mago.

Al final nos queda un juego de sensaciones. De sorprendernos con lo que puede dar de sí la realidad virtual por ambientación e inmersión. Acongojarnos por acercarse una sombra gigante hacia nosotros o sentir el vértigo al aparecer sobre un puente colgante. Ver que nuestros brazos se mueven a nuestro son y tocan todos los objetos que vemos. Un producto, en definitiva, que sabe a qué juega aunque no ofrezca, a día de hoy, nada que no hayamos visto.

En pleno 2023 resulta una propuesta demasiado experimental para veteranos.

Conclusión

Hace unos años, Waltz of the Wizard, tal y como lo presentan a día de hoy, hubiera sido una experiencia ideal para adentrarse en la realidad virtual. Y lo continúa siendo pero quizá solo para aquellos nuevos con un visor en casa. Intenta incluir nuevas mecánicas y profundizar con partes de acción algo mecanizadas, motivo por el cual nos queda un popurrí de experimentos con muchas posibilidades pero sin ningún tipo de alcance más allá de la simple experimentación.

Análisis realizado en PlayStation 5 con PSVR2 sobre la versión del juego 1.000.001.

Vídeo análisis: