The 7th Guest VR: ANÁLISIS

Bienvenidos a mi mansión

Qué sería de una historia de misterio sin un grupo de desconocidos que han sido invitados a una mansión, cuanto menos, inquietante. Llegar a ella no es tarea sencilla ya que, también de forma inevitable, es necesario cruzar un lago en una pequeña barca de madera. Y también, cómo no, en plenos años 70 lo que termina de conferir un aura tenebrosa a un lugar únicamente iluminado por la luz de la luna. Así comienza The 7th Guest VR.

El juguetero, dueño de dicha morada, ha invitado a un dispar grupo de personas a pasar la noche a cambio de ofrecerles una suculenta recompensa al que amanezca en ella. Lo que parecía una simple invitación acabó resultando en una fatídica noche que nosotros, años más tarde de lo sucedido, nos atrevemos a desentrañar. Un farol que recupera el estado original de las cosas y unas fantasmales visiones son los ingredientes narrativos para un buen surtido de rompecabezas.

Porque detrás de esa máscara de intriga The 7th Guest VR es un juego de puzles basados en la lógica adaptados a las posibilidades de interacción de la realidad virtual. Habitación tras habitación descubriremos los hechos allí ocurridos hasta visitar todas las estancias del lugar para resolver esta historia sobrenatural y conocer las tradicionales conspiraciones y alianzas de personajes. Algo que nos ha recordado al estupendo y patrio The Invisible Hours de Tequila. Eso, aquí de forma muy guionizada.

Todo se cuenta con un inteligente uso del reconocimiento 3D de actores reales para plasmarlos como fantasmas en los escenarios que presenta. Y el efecto conseguido es genial. Además, su forzada actuación, muy característica en estas historias, casa de maravilla con la ambientación. Lástima que no contemos con doblaje a nuestro idioma, aunque por otro lado los subtítulos en español no entorpecen a la acción ya que somos espectadores en dichas secuencias sin otros quehaceres.

A calentarse el coco

Como decíamos, estancia a estancia toca enfrentarse a todos los rompecabezas que propone para desvelar lo ocurrido en ella. Tematizadas por personaje (mago, actriz...) y también por sala (cocina, baño...) encontramos puzles adaptados y creíbles para cada situación. Al final, no vemos nada excesivamente novedoso pero en su conjunto consiguen, como en The Room VR: A Dark Matter, ofrecer una experiencia que funciona gracias a la suma de sus partes. Eso sí, aquí, por lo general, más sencillos de resolver aunque igual de sesudos.

El farol, además de mostrar el aspecto original de los muebles en lugar de cubiertos por telarañas, desvela pistas fantasmales colocadas ahí por alguien desconocido. También permite, en casos muy específicos, reconstruir ciertos elementos rotos, lo que además de la tradicional investigación manual toqueteando todo lo que vemos, ofrece una nueva forma de inspeccionar el entorno tridimensional. The 7th Guest VR no comparte desarrollo con el juego original de compatibles pero sí incluye algunos guiños para los fans.

Todo se cuenta con un inteligente uso del reconocimiento 3D de actores reales para plasmarlos como fantasmas en los escenarios que presenta

Tenemos un piano ensangrentado en el que tocar ciertas teclas en orden, o una bañera, que aunque sin nadie bañándose recuerdan a ciertos momentos del clásico. Todo lo demás está creado desde cero pensado, como mentábamos, en sacar partido de la interacción con el entorno. No podemos coger todo, pero sí gran parte de lo que vemos y aunque no aporta mucho, nos ayuda a que su mundo no se sienta artificial. Sólo por encontrar las monedas ocultas ya merece la pena desmantelar el orden de la casa.

Lo peor de todo esto es toparnos con unas físicas de objetos donde todo es de cartón. No hay peso en los elementos y al final esa búsqueda de interacción acaba denotando en el mundo artificial que no se buscaba. Además, la interacción de todo ello es arcaica e incluso a la hora de colocar objetos en los lugares clave del rompecabezas no funciona como debería, necesitando a veces una precisión milimétrica. Incluso los manidos gestos de girar manivelas se notan torpes y todo lo tangible se torna poco creíble.

Lo que ilumina el farol recupera su apariencia original.

Atmósfera sin sobresaltos

A los pocos minutos de adentrarnos en su viejo caserón se nos pasará el acongoje inicial. Su ambientación es uno de sus puntos clave con susurros, crujidos de muebles y otros tantos sonidos ambientales que añaden densidad a su atmósfera. Pero al final todo se estandariza cuando vemos que nos hay sobresaltos ni escenas o momentos que puedan generar tensión más allá de un ambiente relativamente opresivo. Los sensibles a las "sorpresas" podemos estar tranquilos. Alguna silueta eventual pero nada que nos haga caernos de la silla.

Hablando de esto, The 7th Guest VR presenta los tradicionales ajustes de comodidad. Y más allá de elegir la posición en pie o sentado (recomendamos de pie por flexibilidad en la interacción) contamos con giro por ángulos o desplazamiento suave y/o teletransporte. No permite ajustar las velocidades de todo ello pero tampoco lo necesita por su ritmo de juego. Algo que nos chirría respecto a la accesibilidad es fundir la pantalla en negro cada vez que acercamos un objeto la cabeza, restando inmersión e incluso desubicándonos alguna vez.

Como ya es demasiado habitual, las características propias de PSVR2 pasan a un segundo plano

En cualquier caso, su aspecto visual, a pesar de contar con modelados funcionales en su mayoría y texturas cumplidoras, encaja bastante bien con su propuesta. Nos gustaría que todo tuviera un aspecto más realista para acercarlo más al de los personajes, pero sus tonos principalmente oscuros y envejecidos (sin negros, todo grisáceo) juegan bien su papel. En gran medida gracias a la linterna que portamos y la atención puesta a cada objeto cuando lo iluminamos y muestra su aspecto original. Un detalle que hace todo mucho más creíble.

Porque a fin de cuentas, lo que se trata es de contar una historia con destellos paranormales. Y a pesar de que nos gustaría que formaran parte viva de los puzles, estos acaban siendo excesivamente terrenales todos ellos, creados por el juguetero, y olvidando su fantasmal trasfondo para, casi en exclusiva, ayudar con pistas o edulcorar la trama. Cerca de ocho horas de rompecabezas interesantes mientras desvelamos qué ocurrió en tal perturbadora mansión a través de fotografías y cientos de detalles gráficos.

Para finalizar y algo que parece ya es demasiado habitual, las características de PSVR2 pasan a un segundo plano olvidándose de las respuestas hápticas de sus mandos. Solo una ridícula vibración nos acompaña en ciertos momentos, algo aleatorios a decir verdad, pero sin resistencia a los gatillos (los objetos, otra vez, se agarran con otros botones), ni vibraciones adicionales al tocar objetos o utilizarlos. Tampoco se utiliza el foveated rendering para mejorar la resolución por lo que, a pesar de verse nítido, no se beneficia de dicha tecnología.

La puesta al día en el uso de actores es lo mejor del título.

Conclusión

The 7th Guest VR narra una historia de misterio por la que avanzar a medida que resolvemos una gran cantidad de acertijos lógicos. Sin resultar novedosos ni ser la panacea en cuanto a interacción, ofrecen un conjunto notable que hará las delicias de los amantes de los juegos de puzles. Su producción es envidiable y esperemos ver más reconstrucciones de actores como las aquí presentes en más títulos, porque sin duda es para quitarse el sombrero. Y aunque su ambientación nos conquiste también deja un pequeño amargor por no hacerlo todo más tangible a través de los mandos y el visor de PSVR2 sintiéndose, demasiado, un producto multiplataforma con una falta de cariño más particular.

Análisis realizado en PlayStation 5 con PSVR2 sobre la versión del juego 1.001.000

Vídeo análisis: