Mary Lou Jepsen tiene una de las carreras más sólidas que puedan imaginarse en la industria de la tecnología. Esta ingeniera estadounidense salida del fructífero vivero del MIT, ha pasado por algunas de las compañías más innovadoras del planeta. Estuvo implicada en el ambicioso proyecto de Nicholas Negroponte One Laptop per Child (que buscaba llevar un ordenador a todos los niños del mundo), ha trabajado para Google, y su último puesto antes de lanzarse a su actual aventura fue el de directora de la división de realidad virtual de Facebook. Cualquiera en su situación se habría acomodado y hubiera dejado pasar el tiempo: al fin y al cabo tenía un excelente sueldo, una alta consideración por parte de sus colegas y un espacio para desarrollar sus habilidades. Pero Jepsen no es cualquiera. Se trata, según publicó la revista Time en 2008, de una de las 100 personas más influyentes del mundo; mientras que para otro prestigioso medio, CNN, posee uno de los 10 cerebros más valiosos. No es extraño, entonces, que Jepsen no tenga miedo a comenzar de nuevo con 51 años, y que haya abandonado Facebook para lanzarse a una aventura ambiciosa, nada segura, pero apasionante (y beneficiosa para todos) si consigue llevarla a buen puerto. Quiere es conseguir que nuestro cerebro sea capaz de comunicarse directamente con un ordenador. Está a pocos pasos de hacer realidad lo más parecido a la telepatía que nunca hayamos conocido.
La obsesión de Mary Lou Jepsen por entender cómo funciona el cerebro proviene de una traumática experiencia personal que cambió su vida. Cuando tenía 30 años le diagnosticaron un tumor cerebral que a punto estuvo de llevarla a la muerte. Tras la operación, Jepsen se preguntaba si volvería a ser igual de inteligente que antes y cómo podría afectar a sus pensamientos la medicación que iba a tomar a partir de ese momento. Su carácter experimentador y su pasión científica la llevaron a investigar con distintas dosis y combinaciones de químicos para saber cuál se ajustaba mejor a sus necesidades. Una decisión que la ayudó no sólo en su salud (y que debería venir acompañada, como en los spots televisivos, de la advertencia “no intenten esto en casa”), sino que le permitió observar cómo funcionaba su cerebro. Las limitaciones que encontró a la hora de ver qué ocurría dentro de su cabeza la llevaron a hacerse una promesa: su reto personal sería revolucionar el mundo de la salud y comunicación computacional con herramientas que permitieran asomarnos al cerebro.
“Nuestras mentes son mucho más complejas y creativas que cualquier ordenador que podamos imaginar”, asegura Jepsen. Así que, ¿por qué conformarse con la inteligencia artificial? ¿Por qué intentar un remedo de pensamiento humano en lugar de transmitir directamente nuestro pensamiento a las computadoras? Responder a estas preguntas es lo que ha llevado a Jepsen a dejar Facebook y montar su propia compañía. Openwater, el gran proyecto de su vida, está trabajando en un dispositivo que, asegura, será capaz de ver lo que hay en nuestro cerebro con gran detalle. Esta capacidad permitirá diagnosticar y tratar enfermedades con mayor eficacia, al tiempo que revolucionará la forma de comunicarnos. Su convicción al hablar contrasta con las predicciones que lanza hacia el futuro, puesto que todavía suenan a ciencia ficción. Por eso no le sorprende que a veces la gente se asuste “porque las cosas van muy rápido. Es el progreso, tenemos que abrazarlo. Fíjate en la historia de la ciencia, siempre ha ido muy rápido. Es asombroso lo que hemos avanzado en una o dos décadas”. Jepsen ha demostrado con creces ser una mujer valiente, así que la palabra miedo no parece estar incluida en su diccionario. Y, afortunadamente, su valentía puede aportarnos a todos grandes avances para nuestras vidas en los próximos años.
Tema: Jefe de la sección Pantallas de OculusVR trabajando en tecnología Full-Dive
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