Análisis de la versión comercial de Oculus Rift

El casco

Una vez que hemos repasado la instalación y configuración del software, llega el momento de disfrutar de la realidad virtual con nuestro flamante Oculus Rift, y es ahora de lo que vamos a hablar. ¿Cómo es el casco? ¿Qué ha cambiado respecto a los kits de desarrollo? Vamos por partes y hablemos en primer lugar del HMD en sí y su ergonomía.

Lo primero en lo que nos fijamos en el tamaño y la ligereza del conjunto. A simple vista ya vemos que es algo más estrecho y más bajo que el DK2. La parte frontal es de plástico, con la palabra “oculus” serigrafiada en la zona superior y un tacto suave y agradable (y no, no falta la letra S, es un efecto de la imagen).

Alrededor de esta pieza y conteniendo las pantallas y las lentes, la envoltura tiene un tacto diferente al estar recubierta de tela, con lo cual deberemos ser especialmente cuidadosos con las manchas, aunque no parece que sea difícil de limpiar, como nos muestra este valiente usuario que manchó su flamante Rift con patatas fritas y polvos de talco, limpiándolo luego perfectamente con paño ligeramente humedecido.

La cinta elástica de los kits de desarrollo ha sido sustituida por un plástico rígido que otorga diversas ventajas y funcionalidades nuevas respecto a los anteriores: sirven de soporte a los auriculares integrados, permiten repartir el peso del dispositivo por toda la cabeza en lugar de quedarse apretado contra nuestro rostro como ocurría con los kits de desarrollo, y contiene emisores de luz infrarroja en la parte trasera que permiten al sensor detectar la posición absoluta del Rift aunque nos encontremos de espaldas.

Los laterales contienen una zona elástica con una tira de velcro que permite al casco ceder un poco, de forma que no es necesario soltar el velcro cada vez que nos lo pongamos o nos lo quitemos. Con algo de práctica, incluso veremos que podemos utilizar gafas sin necesidad de soltar las cintas, en contra de lo que nos dice Oculus inicialmente, pero de eso hablaremos ahora después.

Y si hablamos de la ergonomía del casco, no podíamos dejar de mencionar el cable, ya que es uno solo el que sale de la parte trasera del Rift, con un grosor similar al del DK2 y una longitud de unos 380 cm que nos permite alejarnos del PC bastante más que con su antecesor.

En cuanto al peso del dispositivo, es de unos 480 gramos, ligeramente superior al del DK2, pero a la hora de la verdad es notablemente más cómodo por varias razones: primero, porque no cuelga de nuestra cara y su peso se reparte mejor por toda la cabeza, y segundo, porque en ese peso se integran ya los auriculares, y eso para nosotros ya vale más que cualquier otra cosa. El hecho de quitarnos y ponernos el casco junto con los auriculares es sin duda un acierto de diseño.