DragonRideVR: ANÁLISIS
11 FEB 2022 15:00
Es hora de surcar los cielos a lomos de nuestro dragón mientras…¿explotamos globos? Disponible para PC VR y PSVR.
Una criatura muy versátil
Desde Canadá, la compañía de desarrollo TypeEh Studios, se han propuesto convertirnos en jinetes de dragones, estos mitológicos seres, venerados o temidos según la cultura, para sobrevolar multitud de escenarios mientras realizamos todo tipo de de acciones.
Remarcando esto último, Dragonride VR es un cajón de sastre donde hay cabida para todo, llegando a descolocar en un inicio al jugador hasta que comprende finalmente que esto trata de una experiencia con los dragones como excusa donde todo vale.
Así, eligiendo el escenario sobre una gran variedad, decidimos si queremos volar de forma libre, buscando unos huevos de dragón (hasta aquí todo bien) o explotar globos multicolor a base de llamaradas, disparar a dianas con ballestas o participar en una prueba de ritmo cual Beat Saber sobre nuestro amigo alado y un par de espadas de acero entre manos.
Una criatura muy versátil
Viendo la amalgama de opciones tan dispares y muchas veces bizarras o inesperadas, cuesta saber cómo enfocar las pretensiones del juego. Además, cada una de estas modalidades presenta tipos de control distintos en función de sus exigencias.
Prueba de puntería con globos y ballestas, ¿por qué no?
Para las pruebas rítmicas son imprescindibles los PS Move. Mientras recorremos un nivel debemos golpear unas flechas de colores chillones en la dirección correcta. En las pruebas de puntería tomamos una ballesta en cada mano mientras recorremos un circuito cerrado sobre el escenario elegido aprovechando para disparar a dianas, globos e incluso Power Ups donde podemos conseguir hasta un rayo láser que destruye todos los objetivos a su paso.
Hasta aquí, además de una visita por puntos fijos del nivel y un recorrido automático por los mapas, son modos en primera persona más bien poco pulidos, donde prima la variedad por encima de la calidad.
Un cajón de sastre donde donde sirve cualquier cosa mientras un dragón sea el protagonista
En el resto de opciones toca coger el DualShock 4 para manejar al dragón en tercera persona y movernos por el nivel bajo unas directrices o simplemente por placer, descubrir sus cientos de cuevas secretas y recolectar cristales para personalizar nuestro dragón (hay una amplia variedad de skins para el mismo).
El control en estos casos tampoco responde como debiera, la cámara más cercana no es del todo cómoda y muchos de los objetivos no destacan en los escenarios hasta que no estamos muy cerca de ellos, dificultando la exploración tal y como tendría que ser, pero se deja jugar y configurar como más nos convenga.
Los escenarios son de lo más sugerentes.
Sin motivaciones a largo plazo
Una de las principales taras de este Dragonride VR es precisamente el centrarse en ser una mezcolanza de ideas con estas criaturas como protagonistas, sin importar cómo guiar al jugador ni motivarle a explotar todo lo que ofrece. Algo parecido a lo que propone el reciente RC Airplane Challenge, donde el jugador decide a qué jugar, dónde y cuándo, obviando un progreso más guiado sobre el que presentar un reto y motivación al jugador.
Es tal la libertad para disfrutar de esta experiencia que desde el menú inicial, algo caótico, hay accesos directos a cada modalidad sin importar nivel ni dificultad. Es cierto que los escenarios cumplen cierto nivel visual y las animaciones de los protagonistas alados son correctas, pero no es suficiente aliciente para recorrer ni mucho menos cada escenario sabiendo que no ofrece nada distinto al anterior más allá de la localización.
La ausencia de progresión y la falta de pulido no invita a degustar todo lo que ofrece
Es entonces cuando echamos de menos un diseño más convencional, desbloquear misiones por nivel o simplemente una sensación de evolución más allá de acceder a todo desde el primer momento. No se saborea todo el menú que el juego nos sirve en una misma bandeja.
Toda esta locura creativa se extiende al campo sonoro, encontrando desde melodías épicas en pruebas de tiro, tal y como podríamos esperar, hasta otras mucho más electrónicas en otro tipo de misiones. Sin duda, algo que refleja el tipo de producto que tenemos entre manos.
Podemos adquirir una amplia variedad de apariencias para nuestra criatura.
Conclusión
Si los dragones son una de tus pasiones, Dragonride VR propone una infinidad de actividades con estas criaturas, muchas inverosímiles y hasta cierto punto innecesarias, todas ellas por pulir y con un gran margen de mejora.
La ausencia de progresión y la libertad otorgada para decidir cómo jugar no le favorecen en exceso, haciendo que la motivación del jugador se pierda demasiado pronto en un título técnicamente correcto.
Análisis realizado sobre la versión PSVR en PlayStation 4 Pro.