C-Smash VRS: ANÁLISIS

Insert Coin

Eran otros tiempos. Unos donde el espíritu de las recreativas todavía impregnaba a muchas compañías, y entre ellas, SEGA con su flamante Dreamcast se podía permitir crear y transportar esos productos al salón de nuestra casa. Entre las sombras de la fama de Virtua Tennis hacía acto de aparición Cosmic Smash, un híbrido jugable entre el Squash y un juego de puzle propio de otra época (hola Breakout). Ahora es momento de repescar aquella idea para hacerla mucho más inmersiva gracias a la realidad virtual.

C-Smash VRS toma la primera persona (cómo no) para colocarnos en una suerte de estación espacial donde practicar el deporte mentado. Mandos de Dreamcast cual naves espaciales cruzan las ventanas con vistas al espacio infinito, trabajadores bailotean a nuestro alrededor mientras nos dirigimos con una plataforma automática a la zona de juego. Una mano nos sirve para dar el pistoletazo de salida y tirar de la bola para comenzar: hacia nosotros, con el ángulo deseado en pos de nuestra estrategia.

La interfaz se integra en el suelo de la sala con un contador que marca el tiempo disponible para completar la misión. ¿En qué consiste? Golpear todos y cada uno de los paneles ubicados frente a nosotros. Unos se mueven, otros necesitan varios golpes para ser destruidos y algunos más son simples obstáculos que no podemos atravesar volviendo todo más estratégico. Otros sirven para ofrecer efectos tales como eliminar toda una fila o recargar nuestra raqueta inmediatamente. Un ataque cargado que permite golpear varios paneles de una tacada. Si fallamos, perderemos unos valiosísimos segundos.

Para los no habituados a la SEGA de antaño puede saber a poco y parecer excesivamente sencillo, pero es precisamente donde radica la grandeza jugable de C-Smash VRS y también la de una filosofía perdida en el tiempo

Su modo campaña individual propone una serie de misiones con diferentes estructuras que comparten el objetivo único de golpear todos los paneles, añadiendo segundos al contador con cada impacto. De apariencia planetaria, con varios caminos disponibles, tendremos que superar una serie de anillos sin ser eliminados. Hacerlo, si somos lo suficientemente hábiles, no nos llevará más de una hora, siendo la rejugabilidad y nuestra superación el verdadero intríngulis de la propuesta. Para los no habituados a la SEGA de antaño puede saber a poco y parecer excesivamente sencillo, pero es precisamente donde radica la grandeza jugable de C-Smash VRS y también la de una filosofía perdida en el tiempo.

La bola tiene tendencia a ir al frente, por mucho que queramos lanzarla contra un lateral. 

Vida multijugador

Toda esta idea se expande con una vertiente online donde nos enfrentamos a otro jugador situado frente a nosotros en cuatro modalidades de juego. En Head-to-head debemos golpear el máximo número de paneles posibles colocados tras el rival ofreciendo un duelo más "tenístico".  Nuestros paneles también se integran con la interfaz, junto al crono, de forma muy inteligente. En Firewall debemos mantener una zona intacta el mayor tiempo posible. Bodyshot nos propone golpear con la bola directamente a partes del jugador contrario, siendo una auténtica batalla campal. Y por último, en Quickshot debemos ser los más rápidos de la galaxia en impactar los paneles. Un buen surtido de pruebas a cual más entretenida manteniendo el toque directo y sin complicaciones de la idea madre.

Como todo no podía ser bonito, encontrar rival no es algo trivial, y esperamos, más allá de partidas privadas, poder hacer matchmaking sin problemas. ¿Lo malo del asunto? No se ofrece la posibilidad de jugar con bots, por lo que todos estos enfrentamientos quedan totalmente omitidos si no tenemos a nadie con quien jugar. Una carencia que se podría haber subsanado con algún tipo de torneo, o al menos tan solo partidas rápidas con una IA de diferentes dificultades. En cualquier caso, la ausencia de un progreso, clasificación online o nula comunicación con el otro jugador se acusa demasiado.

La ausencia de bots, progreso, clasificaciones online y nula comunicación con el otro jugador se acusa demasiado

Además de resultar terriblemente divertido, C-Smash VRS se controla estupendamente bien, siendo accesible para todo el mundo. Únicamente nos desplazamos horizontalmente con el stick o, si tenemos una casa bastante amplia, podemos movernos físicamente para golpear la pelota. El movimiento permite incluir viñeteado por si alguien sufre mareos, y al estar enfocados en la parte frontal del juego, no entorpece el rango de visión. Por su parte, los gatillos adaptativos se utilizan para ofrecer resistencia al cargar el tiro.

Como podéis imaginar, la carga gráfica es bastante ligera, lo que permite una tasa de 90fps y una nitidez visual estupenda, algo que se agradece con ese tono tan aséptico y minimalista del que hace gala. Sin duda, a pesar de su sencillez, gráficamente funciona y se adapta como un guante a una interfaz igual de clara y legible mientras nos invaden músicas que también, de nuevo, nos devuelven a los salones recreativos. DJ Ken Ishii, de Rez Infinite y Danalogue no podían dejarnos un mejor sabor de boca y motivarnos en cada sesión de juego.

El multijugador cambia totalmente la dimensión del juego... y no contar con bots limita la experiencia.

Conclusión

La SEGA más directa y adictiva vuelve reimaginando C-SMASH VRS en uno de los títulos deportivos más interesantes y diferentes que hemos podido probar (viene traducido al español). Su combinación de habilidad y puzle funciona en un producto muy gestual, donde sudar y divertirse están a la orden del día. El multijugador, aunque adictivo, no ofrece ningún tipo de progresión, y el espíritu arcade del título, sin mayor incentivo que jugar, quizá deje con ganas de más a muchos jugadores. Quedamos a la espera de actualizaciones futuras, ya anunciadas, para mejorar la parte más coja de un producto que, si buscas algo diferente y único, aquí encontrarás un candidato a ocupar horas y horas de raquetazos por simple diversión.

Análisis realizado en PlayStation 5 con PSVR2 sobre la versión del juego 1.000.006