Diario de un viaje. Gamescom 2017. Dia 01

23 AGO 2017  1:08

knob2001

11

Diario de un viaje. Gamescom 2017. Dia 01

Fallout 4, Skyrim, Ubisoft y 13 kilómetros andados. Los pasillos de la Gamescom tienden al infinito como las galaxias de Elite Dangerous. Diario de a bordo del día 01. 

Ya descansaremos cuando hayamos muerto.

TURNO DE MAÑANA

 

Cinco horas de sueño. Eso que en Alemania debe de considerarse dormir a pierna suelta, para un español de a pié - y con Harold a mi lado toda la noche - resulta algo desalentador. Pero qué demonios, la gamescom no es para cobardes y había que ponerse en pie. Eso sí, los puñeteros camiones de la basura que pasan por Colonia son iguales que los que pasan por cualquier otra ciudad: a las seis de la mañana parecía que una flota de destructores imperiales fueran a aterrizar en nuestro pequeño hotel. Fue como despertarse con las valkirias dispuestas a invadir polonia. 

 

Y así fue que al llegar al desayuno nuestra oronda camarera se enteró de que éramos españoles y no se le ocurrió otra cosa que chapurrearnos "te quiero mucho" con ese acento tan bonito de por aquí. Después se fue por donde había venido y Harold y yo, aterrorizados, decidimos que era mejor salir de allí pintado. Cruzamos el río, leímos algún mensaje escrito en los candados oxidados que embellecen aún más el ya de por sí fastuoso puente de Colonía y cargados de ilusión llegamos a KoelnMesse, el recinto ferial donde la Gamescom toma lugar.

 

 

Para quien nunca haya pisado una feria de estas dimensiones, la Gamescom debería de trasmitirle lo mismo que sintieron los componentes de la comunidad del anillo cuando pisaron las minas de Moria. Cien mil stands como los pilares que sujetaban las montañas nubladas se reparten todos y cada uno de los 11 pabellones del KoelnMesse. Playstation es un maldito continente aparte. Cientos de metros cuadrados para toda la gloria de la compañía nipona (se rumorea que hasta tienen su propia moneda privada). Es tan grande que resulta obsceno. Blizzard es una península. Ubisoft una verdadera república más grande que muchos pueblos de España o Latinoamérica. Los stands se miden por centenares de personas y se cuida hasta el detalle más minúsculo. Quizás porque sean alemanes. Quizás porque el mundo gamer da más dinero que dos o tres Hollywoods juntos. Pero aquí el poderío se palpa a cada paso que das.

 

Hoy es Martes en la Gamescom y por tanto solo hay profesionales. Nada de niños rata ni abuelos robando paraguas de los stands. Me quedo, eso sí, con las ganas de preguntarle a esta muchacha que tengo a mi lado vestida de Harley Quinn que de qué medio viene y si esas mallas se las pone gracias a la libertad de expresión o porque algún jefe negrero cree que así va a conseguir más entrevistas. El caso es que después de esta muchacha una riada de personajes ataviados con ropas de medievales -de colores chillones- forman una fila y luego desaparecen. ¿Serán una facción de Sony dispuesta a acabar con el pabellón de Blizzard o es que se van a fumar un cigarro de descanso? 

 

 

EMPIEZA LO BUENO

 

Tenemos cita con HTC. Harold va nervioso porque hay que condensar cuatrocientas preguntas super interesantes en algo menos de quince minutos. Pero eso será después de visitar a Thunderobot. Esta empresa china (cuyas preguntas llevábamos traducidas) resulta que tienen a un grupo muy majo de españoles trabajando con ellos. Primera sorpresa, primera entrevista y primera respuesta en castellano. En el foro a más de uno le saldrá una sonrisa en la cara cuando vea el video en perfecto español. Junto al visor aún en fase muy temprana como para considerarlo de consumo, tenían dos HTC. ¿Las conocéis?, nos preguntaron. Harold y yo nos miramos de nuevo. A punto estuvimos de vacilarles y decirles que no. Para arreglar el lío de los cables tenían una correa de esas de perro retráctiles colgando del techo. ¿Las probamos? Venga. Harold casi se ahoga con ellas a los cinco minutos y yo creía que alguien me estaba arrastrando del poco pelo que me quedaba. Menudo chasco.

 

 

Y ahora sí. Recogimos la cámara, el micrófono y nos tiramos pasillo arriba hasta llegar al stand de HTC. Seguramente porque aquí en Gamescom cada stand es más grande que mi barrio, me esperaba que la H, la T y la C de la marca taiwanesa fueran esa sombra inmensa que se proyectaba hacia el exterior del edificio. Cuán equivocados estábamos. El stand de VIVE HTC era poco más que mi salón. La estatua del chicarrón en pijama azul que levanta el pulgar a todo aquel que pasa por delante corona cuatro paredes mal puestas de cartón, dos booths (así se llaman los lugares donde se prueban los juegos) y dos sillas con una mesa redonda. Mal asunto. Pero allí estaba FALLOUT 4, así que levantamos el ánimo. Si digo que desde que era pequeño soñaba con sentir lo que sería andar dentro de una armadura con una mini gun en las manos mientras una especie de monstruo desagradable me atacaba no estaría mintiendo. Era el momento más esperado de la Gamescom. Fallout 4 sin vireio ni vorpx ni cosas demoniacas de por medio. Todo natural 100% y proveniente de la mismísima Bethesda.

 

 

La verdad es que la chica de HTC que nos recibió era todo sonrisas. Aquí nadie sabe quien eres y a nadie le importa un pimiento. Lo principal es que se te vean todos los dientes cuando sonríes para parecer muy profesional. Y a esta chica se le veían hasta los empastes cuando lo hacía. Tras una breve discusión en inglés -y sin subtítulos- sobre a qué hora y a quién le haríamos el cuarto grado, entramos a jugar. 

 

Hablaremos más adelante largo y tendido del resultado. A bote pronto la sensación personal fue un tanto amarga. Esperaba tanto, deseaba tanto ver lo que había imaginado, que las expectativas me pasaron una mala jugada. Verle las costuras a un juego que conocía tan bien de la época en que solo jugaba en 2D rebajó mucho mi lívido virtual. Pero esta semana, a nuestro regreso, os contaremos muchos detalles.

 

Harold tuvo más problemas con su demo. Algo fallaba. Algo se iba a negro y el hombre no terminó de disfrutar. Luego llegaron las entrevistas. HTC no suelta prenda porque sabe que cualquier cosa que diga ahora mismo será utilizada en su contra (“me da lo mismo que Oculus baje el precio; yo estoy bien donde estoy”. Semana después, baja 200€. Pero no. No es por Oculus. Es porque… (esto ya os lo contaremos cuando traduzcamos toda la entrevista de 30 minutos con Graham Breen).

 

 

Idas y venidas de pasillos, de stands. La cámara que se queda sin memoria y hay que volcarlo al disco duro en una esquina. Tenemos que ponernos guapos porque la siguiente parada son las montañas heladas de Skyrim VR.

 

Sony Playstation es un mundo por si mismo. Y cuando eres tan grande crees que es el universo quien gira a tu alrededor. Una tanda de sonrisas después conseguimos que nos “dejen el favor” de probar Skyrim a los dos. Y empieza el lío. Harold es PSVR. Sabe lo que tiene. Sabe lo que espera. Yo soy PC y jamás he tenido una playstation. Solo creo en el supersampling y lo que sale de mi 1080GTX. “No es justo comparar” me dice cuando me quito las PSVR. Y un cuerno, le digo yo. Y así estuvimos un buen rato. “¿Pero tú has visto a dónde se iba la espada que tenía en mis manos?” El me escucha quejarme de todo. Luego me responde que estaba girando demasiado y que la PSVR lleva eso muy mal. “Lo que sea”, digo algo enfadado. Llevo dos chascos seguidos y además no puedo pararme en los stands de simracing que me apetece porque tenemos que probar un nuevo visor.

 

Pico Neo. Aunque parezca el nombre de un papagayo futurista, es en realidad un visor chino basado en Snapdragon con tracking inside-out. El representante se ha ido al baño y la ingeniera vestida de hippy nos dice que podemos ir probándolo, pero que tenemos que esperar a que se calibre. Le cambia las pilas al mando y este se le cae al suelo. Este maldito gafe alemán empieza a cansarnos. Después, ya con él frente a mis ojos, sonrío porque -oh, sorpresa- la cosa apunta maneras. Un cacharro con solo una cámara externa para el seguimiento, tan blanco que se ensucia con mirarlo y un mandito de plástico malo, va y resulta que tiene más en común con la  sensación de la PSVR que con otro visor chino del tres al cuarto. Os contaremos más cuando subamos la entrevista completa, pero ojo, si lo que viene es así, el standalone es el futuro sin lugar a dudas.

 

TURNO DE TARDE

 

Cuando alguien te cobra 4€ por una cocacola caliente, se te quitan las ganas de comer nada más. Y como allí había también un italiano que vendía en su stand los guantes Captoglove, decidimos que ya comeríamos cuando estuviéramos muertos y tiramos para allá. A los cinco minutos Harold y yo nos dimos cuenta de que este hombre no dejaba de tocarnos las manos para explicarnos cómo funcionaba su guante sin hápticos y sin tracking externo. (¿ein?) Mal rollo cuando alguien rompe tu espacio de confort. Pusimos pies por pólvorosa y acudimos a ver a nuestros colegas de NeuroDigital. Estos guantes sí que hacen magia. Quitando algunos problemas de interferencias (nunca metas 4 o 5 vives en menos de 10 metros cuadrados) sentimos que esta vez quien nos tocaba las manos era la aplicación y no un hombre sonriendo. Bien por NeuroDigital. Gente muy apañada. 

 

Extenuados, sin haber comido, con Harold apretando la vejiga mucho más de lo que un humano debería, llegamos a una zona segura. Ubisoft y la zona Business. ¿Alguna vez te has sentido superior al resto de la humanidad porque un colega te ha dejado pasar a una zona VIP? Así nos sentimos nosotros. Hasta tenían una barra de bebidas para ellos solos. Pedí una cocacola dispuesto a pagarla a plazos cuando la chica me sonríe y me dice que es gratis. La leche. Estuve por pedir cinco más para luego. 

 

 

Ubisoft es la nintendo de la VR. Sabe hacer buenos juegos y se arriesga más que nadie. Space Junkies resulta igual de divertido que el propio tipo que lo ha desarrollado (Sorprendentemente Ubisoft te deja en la habitación a solas con él). El hombre enseguida se dio cuenta de que en nuestra camiseta ponía “Virtual”, así que le agradecimos que no empezara la charla con “Esto de aquí es un visor y esto unos mandos…” Solo nos pusimos las Oculus y a jugar. Harold me mató tres veces por la espalda (creo por mi crítica a Skyrim, pero eso ya lo discutiremos en privado). Sea como sea, tiembla Lone Echo que aquí viene otro cohete espacial de calidad. “Transference”, el título del actor Elijah Wood, también tiene algo especial. En mi caso me tocó compartir Booth con un “First Timer” en la RV y ello dio paso a una conversación muy interesante. “Cuándo vais a dejar los desarrolladores de tratarnos como a niños” le pregunto al buen hombre que ha hecho el juego. “¿Por qué lo dices?” responde. “Porque han pasado casi 2 años y seguís llamando al modo de movimiento libre ‘experimental’”. Es como si a estas alturas me explicas que el botón de Start en una consola empieza el juego. Hemos madurado. Tenemos nuestras piernas virtuales. El desarrollador me dice que tengo razón, sin embargo mira a su izquierda y el tipo primerizo sigue flipando mirando al techo virtual. 

 

La PR de Ubisoft habla castellano. Por eso saco el tema delante de los desarrolladores de “Transference”. “No Spanish, no party” les transmito, aunque no con esas palabras exactas. Ellos parecen entenderlo. Saben que es verdad. Nos vamos de allí como si a partir de ahora todos los juegos VR fueran a estar en español y terminamos en el stand de un portugués que presenta dos juegos virtuales para PSVR. Syndrome y Erased. El primero lo prueba Harold y hace una mueca cuando le pregunto. Mala cosa. El segundo resulta que del juego solo tienen diseñado el poster. Hora de escapar.

 

 

Y de allí a ver a los chinos de “Reborn: A Samurai Awakens” situados en la habitación de un hotel cruzando la calle. Lo que parecía fácil de pronto se convierte en pesadilla. Es imposible salir del KoelnMesse porque a las 19 de la tarde los accesos ya se encuentran todos cerrados. Sin saber cómo, Harold y yo terminamos dentro de una horda de Walkind Dead, vagando sin destino hacia donde la marabunta nos llevara. Media hora después, y con una hora de retraso, llegamos a la habitación 523 de Winking Entertainment. Pedimos cien mil disculpas a la mujer china y menuda que nos abre la puerta. Nos ofrece una cocacola y yo me tiro en plancha a por ella. Devoramos las galletas de chocolate porque no hemos comido nada desde el desayuno. La china nos mira raro pero no dice nada por su educación infinita. Luego probamos su juego. ¿Samurai? ¿Espada láser? ¿Robots asesinos? Mete todo esto en una coctelera PSVR, suma que el movimiento se hace mediante el marco de un rectángulo negro para no marear (raro, raro, raro), y sale algo que -de nuevo, sorpresa- nos termina gustando a ambos. A lo mejor las galletas y la cocacola gratis ayudaron. A saber.

 

Del macdonals a las 22 de la noche no os digo nada. Harold me está diciendo que mañana miércoles nos esperan otros 13 kilómetros de pasillos y preparar casi 10 entrevistas. Son las 00:47 y yo sigo sin poder pararme en los stands de simracing. Todo apunta a que seguiré así hasta regresar a Madrid. Sea como sea, habrá merecido la pena el día de hoy.

 

Hasta mañana, compañeros de ROV.