Moose Life: ANÁLISIS
24 FEB 2021 15:00
Jeff Minter vuelve a la carga con este shooter ochentero repleto de cosas indescriptibles y tan adictivo como siempre. Disponible para Rift, SteamVR y PSVR.
Viaje psicotrópico
Muchos sabrán de lo que hablo si hago mención a aquellos olvidados, o no tanto, juegos de acción vectoriales. Esos de fondo negro y líneas blancas o de colores que daban forma a elementos geométricos que solían explotar en varios de ellos al recibir impactos.
Ahora, rescatando los conceptos de aquel entonces y mezclándolos con voxels, realidad virtual y algo de locura, encontramos en este Moose Life un producto que tiene mucho más de lo que puede aparentar y que se torna a su vez muy difícil de explicar.
Esta vez, y a diferencia de Polybius, controlamos completamente al personaje, un alce, decidiendo si avanzamos, retrocedemos, lo desplazamos lateralmente o por contra nos quedamos quietos. Esto hace que aunque nuestro enfoque sea radicalmente distinto al de su predecesor, Moose Life no deja de ser una especie de secuela a fin de cuentas, otorgando un toque estratégico suficiente como para no dejar de lado el frenetismo por todo lo que ocurre en pantalla.
Rescatando de los ochenta y mezclándolos con voxels, realidad virtual y algo de locura, encontramos este Moose Life
Además, podemos cambiar de plano en cualquier momento, pudiendo avanzar por el suelo o el techo según interese más mientras disparamos sin concesión a todo lo que se mueve en pantalla. Algo que dejan bien claro en el caótico a voluntad menú de inicio. Así, el objetivo de nuestro rígido y querido alce no es otro que llegar al final del nivel disparando sin parar a todo aquello que se mueva sin excepción...o casi.
Entre explosiones de colores veremos una especie de bolas de fiesta que si les disparamos, cómo no, dejarán libres a unas cuantas ovejas que debemos recoger para otorgarnos al final del nivel diferentes habilidades, como escudos o tipos de disparos. Eso si llegamos con vida, claro.
Por suerte, algunos enemigos dejan por el camino ciertos ítems que nos otorgan temporalmente bondades varias, como una copia de nuestro alce que replica nuestro movimientos en el plano contrario al nuestro, disparos de ráfaga, inmunidad y unas cuantas e incontables habilidades que nos ayudarán superar los niveles.
Unos niveles que se suceden uno tras otro hasta superar la treintena y que se nos permite afrontar en diferentes modos. En el estándar partimos con un número de vidas determinadas, de las cuales podremos conseguir más al superar un nivel. Las vidas permiten continuar desde el punto del nivel en el que somos eliminados; de otro modo debemos comenzarlo desde el principio. Si nos quedamos sin ellas, comenzaremos el nivel con tan solo un par para superar el nivel (podemos elegir cualquier nivel ya superado para comenzar desde él si lo preferimos y así sumar vidas más fácilmente).
Por otro lado tenemos el modo Pure que no podía ser otro que el clásico donde no tenemos continuaciones y nos toca comenzar desde el primer nivel cada vez.
Además, cada nivel, aunque no lo parezca, incluye pequeñas novedades jugables como enemigos u obstáculos que nos hacen cambiar la forma de enfrentarnos a ellos, de forma sutil pero bien ajustada como para percibir ese progreso jugable. Unos niveles que nos darán un par de horas de juego aproximadamente.
Voxels por doquier
El atrevido apartado gráfico cobra vida, y tiene más sentido si cabe gracias a la inmersión que ofrece la realidad virtual o incluso al modo de visualizado 3D, que también incluye para televisores compatibles. En cualquier caso, la sensación de estar dentro de algo tan bizarro y alocado, repleto de explosiones, luces y colores parpadeantes hace incrementar el querer estar ahí. No es para todos, por supuesto, e incluso llega a ser muy intenso en algunos momentos, pero sin duda es algo que se debería probar.
Fuera de esto es un juego funcional, que no presenta problemas de mareos, se mueve muy bien y se ve muy fluido.
Es puro, divertido y a su vez inexplicable
CONCLUSIÓN
Es difícil explicar lo que sucede en pantalla. Es difícil de comprender y asimilar muchas veces todo lo que tenemos alrededor. Sin embargo, tras un par de partidas, todo se torna amigable, comprensible hasta cierto punto y, sobre todo, bonito. Quizás es esa inmersión en la rareza de su mundo lo que hace que sea toda una experiencia estar dentro de este Moose Life.
Puede que se perciba como una extensión de Polybius hasta cierto punto, pero si quedaste prendado de aquel, la locura creativa de este Moose Life y esas "ganas de más" hacen que merezca la pena disfrutar de todos esos voxels saltando hacia ti.
Es puro, es divertido y es, de nuevo, inexplicable. Pero también es terriblemente adictivo, como todos aquellos juegos de los ochenta.
Análisis realizado en PSVR con Playstation 4 Pro.
cercata
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#1 24 FEB 2021 16:17
Yo soy chapao a la antigua, estas cosas no me van, prefiero la Ayahuasca que tiene mejor feedback haptico
ray_manta
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#2 » Respuesta a cercata #1 24 FEB 2021 16:31
Si quieres Ayahuasca, la realidad virtual también te la proporciona:
www.realovirtual.com/rovdb/juegos/15544/ayahuasca
www.viveport.com/fc8b1830-61d0-49e6-b7f4-df431ba73077
store.steampowered.com/app/1212940/Ayahuasca/
Angel_
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#3 25 FEB 2021 0:40
Sale para MSX o solo para Spectrum y Amstrad?
AMpóstata
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#4 8 MAR 2021 0:14
Parece que el viejuno soy yo... Que recuerdos de otro juego de este señor en los años 80 en el commodore 64: Attack of the mutants camels
O la secuela Revenge of the mutants camels
Ya entonces este señor tomaba cosa buena...