Cave Digger 2: Dig Harder - ANÁLISIS

Minas en compañía

Para sorpresa de muchos, Cave Digger 2: Dig Harder es uno de esos productos que, lejos de presentar una fachada bonita, sabe convencer al jugador por una mecánica que, sin ser novedosa, funciona como toca, y más si lo hacemos junto a otros tres jugadores gracias a su posibilidades online.

Es precisamente la vertiente multijugador la que hace que el título de VRKiwi convenza a los más reticentes y se atrevan a adentrarse en unas minas en busca de los materiales más preciados y extraños. Porque de eso trata Cave Digger 2: Dig Harder, de incursiones en diferentes escenarios donde encontrar materiales de valor para vender después y mejorar nuestro equipo, además de permitirnos viajar a nuevas zonas inexploradas.

Con nuestro pico, mochila y ¡cómo no! un arma de fuego, nos toca descender nivel a nivel en estas minas hasta llenar nuestra mochila. Porque su capacidad es limitada, y deberemos seleccionar bien qué materiales queremos vender en la superficie y también si decidimos arriesgarnos a descender un nuevo nivel, donde sabemos que se encuentran piedras más valiosas... pero también mayores peligros.

La vertiente multijugador es lo que convencerá a los más reticentes para adentrarse en estas minas

Su desarrollo no sorprende, encontrando unas mazmorras relativamente lineales, de generación aleatoria, con enemigos de rutinas habituales y de inteligencia limitada. Pero las pinceladas de exploración, picando aquí y allá, buscando paredes que nos lleven a una sala con grandes alijos y el factor supervivencia hacen que esta secuela cobre sentido. Y es que si salimos derrotados perderemos lo acumulado hasta el momento, resultando ideal como decíamos la excavación con otros jugadores buscando nuevas estrategias.

Poco a poco, planta a planta, incursión tras incursión, su mecánica jugabilidad se va tornando más orgánica, y las asperezas de producto de segunda fila se van olvidando con un tiempo que se pasa volando.

Hasta cuatro jugadores pueden participar en un incursión, y por ahora siempre hay gente disponible gracias al juego cruzado entre plataformas (cross-platform).

Piedras sin pulir

Es justamente esa sensación inicial, tras un tutorial largo y mejorable, con la asimilación de su austero apartado técnico, la que podría echar atrás en un primer momento a algunos jugadores. Y es cierto que no ofrece una excusa real para adentrarse en sus cavernosos túneles, pero una vez en ellos sabe satisfacer.

Los PS Move funcionan estupendamente, pasando el tiempo picando, disparando a enemigos y guardando lo necesario en nuestra espalda. Así, ambas muñecas sirven de interfaz como portadoras de objetos, como el cinturón, permitiendo equipar hasta cuatro items al mismo tiempo para afrontar nuestro descenso.

Los PS Move funcionan estupendamente, pero también provocan que la acción se vuelva demasiado tosca

Con el dinero obtenido compraremos mejores armas y utensilios, lo que también nos permitirá extraer materiales de nuevos lugares antes inaccesibles. También nos facilitará asentarnos en otras zonas, cabaña incluida, donde acicalarse y personalizar nuestro avatar de modo meramente estético.

Pero por desgracia los PS Move también provocan que la acción se vuelva demasiado tosca con el inevitable giro por botones y las tradicionales opciones de comodidad (teletransporte, giro suave...). Lo peor viene cuando no podemos movernos tan ágilmente frente a los enemigos como nos gustaría, echando en falta algún elemento de defensa más allá de nuestra propia esquiva corporal.

Hay recompensas adicionales si completamos las misiones del tablón... todo con una traducción a nuestro idioma muy mejorable (la foto está en inglés).

Su apartado técnico, nada optimizado a las posibilidades de PSVR, acusa de exceso de pop-in, texturas horribles y un pobre acabado poligonal, algo que se extiende a las animaciones de enemigos y sensación de viveza general, recordando en demasía sus orígenes en otros visores y también su presupuesto.

Seguramente un mejor trabajo de iluminación hubiera ayudado a la inmersión y exploración, quedando en evidencia en un primer instante lo arcaico que resulta en las zonas más oscuras. De igual modo resultan demasiado evidentes las áreas donde podemos o no picar en busca de materiales, tornándose algo mecanizado su proceso a las pocas horas.

Su apartado técnico no está nada optimizado a las posibilidades de PSVR

Pero como todo juego multijugador, ese factor colaborativo hace obviar muchas de sus carencias, anteponiendo la diversión por encima del resto de factores. Es por esto que los jugadores solitarios se darán cuenta antes de sus debilidades, y quizá sean estos mismos los que no se adentrarán lo suficiente en lo que Cave Digger 2: Dig Harder puede llegar a ofrecer.

Superar las diferentes localizaciones de esta secuela nos llevará algo más de cinco horas, sin contar las recompensas que encontramos en el tablón y todas las mejoras de objetos que podemos obtener. Aquí es donde entra en juego la avaricia de cada uno, la importancia de jugar en equipo y obtener tantos materiales como podamos para venderlos y continuar mejorando objetos.

El riesgo aumenta a medida que profundizamos en las cuevas... ¡pero también las piedras preciosas!

Conclusión

Cave Digger 2: Dig Harder, como sus propias minas, ofrece mucho más en su interior de lo que pueda parecer por su fachada. Tras un apartado técnico y artístico poco atrayente y una jugabilidad quizá demasiado manida, se esconde un juego que funciona.

Sus opciones multijugador dan sentido a una propuesta de supervivencia y avaricia por conseguir nuevas piedras preciosas que nos mantendrá entretenidos unas cuantas tardes si somos capaces de pasar por alto la falta de pulido de sus piedras preciosas.

El juego ha sido analizado con PSVR.